De cara a la rendición de cuenta de los delegados del Poder Popular a sus electores -la primera del actual mandato de las Asambleas Municipales-, más que del proceso en sí, me gustaría hablar de la labor de quienes les toca liderar lo que, a la luz de las actuales circunstancias, constituye -sin dudas- la más cruenta batalla barrial jamás conocida, contra el ejército de demonios originarios (y en completa disposición combativa), más otros muchos que nos han fabricado, en exclusiva para los cubanos.
Hagamos un sencillo ejercicio comparativo y confrontemos la labor del delegado con la de un cocinero. Bueno, en tiempos de surtidos variados y abundancia, cualquiera acepta pararse frente al fogón, y hasta al menos experto hace las delicias de los comensales, pero cuando las escaseces campean por su respeto, ya el solo hecho de aceptar asumir el reto, merece –cuando menos- respeto y acompañamiento.
Me inclino ante tanta entrega y admirable humildad. Y tal vez a alguien, en medio de una cotidianidad de carencias y........