Hace mucho tiempo no escucho el grito: “¡Muchacho…!”, cuando alguien es sorprendido en la acera por una rueda de bicicleta zigzagueando porque el conductor no domina el equilibrio. Incluso, hace mucho tiempo no veo un monopatín con su dueño, pleno de felicidad: brazos abiertos (en posición de parachoques) o cuerpo inclinado dispuesto a frenar con el que se le atraviese.
Hace mucho no veo pintadas las aceras con tizas para jugar al pon. Y no es que no tengan, porque a veces he visto a........