Quizás pocos pueden interpretar números con sentimientos. Quizás las calles más vacías que hace tres años a las 5 de la tarde; la plantilla del centro laboral que cuesta trabajo completar; las familias ya fraccionadas en mil preocupaciones cuando le hablan de «viaje a los Volcanes»; o la valentía de salir embarazada y tener un hijo hoy en condiciones económicas muy complejas, son cosas más espirituales que numéricas. Sin embargo, duelen igual.
Quizás todo eso es poco y es mucho. Y así se confirmó hace solo unos días cuando supimos que somos hoy en este archipielágo menos de 10 millones, es decir, casi la misma población de 1985.
Y no es que las comparaciones sean malas por sí misma, sino que las lecturas son múltiples y van desde los hijos que no quieren pasar el mismo sacrificio de sus padres; hasta los padres que no pueden retener en esta tierra a sus hijos por mucho amor, dedicación y platos de comida que se hayan quitado para dárselos porque lo sintieron y fueron educados así, sin pedir por eso ningún título honorífico que no sea una sonrisa agradecida.
Los datos........