Es lunes por la mañana y, tras un atasco de tráfico, tres correos electrónicos urgentes y una máquina de café estropeada, el día ya se está haciendo largo. Estos pequeños inconvenientes, conocidos en psicología como hassles, parecen insignificantes, pero su acumulación a lo largo del día, la semana o incluso el año puede tener un impacto considerable en nuestra salud mental y física. ¿Qué estrategias podemos adoptar para gestionarlos mejor?
El concepto fue desarrollado por los psicólogos Richard Lazarus y Susan Folkman en los años 80. En su investigación, diferenciaron entre hassles —esos pequeños inconvenientes que nos agotan emocionalmente— y uplifts, las pequeñas experiencias positivas que elevan nuestro ánimo.
Lazarus y Folkman propusieron que, aunque los eventos traumáticos o estresores mayores tienen un impacto obvio, es la suma de pequeños contratiempos lo que puede desgastarnos poco a poco, especialmente si ocurren a diario.
Los hassles pueden ser muy variados, adaptándose a las circunstancias y sensibilidades de cada individuo. Para algunos, el tráfico es una fuente inagotable de frustración, especialmente cuando se enfrentan a atascos interminables que les hacen llegar tarde al trabajo o a eventos importantes.
Para otros, los problemas con la tecnología, como los fallos de internet o los problemas con el correo electrónico, pueden desencadenar un ciclo de estrés que........