Como señalan diferentes estudios, la espiritualidad y las creencias religiosas influyen en los procesos de salud y enfermedad, para bien y para mal.
En un sentido positivo pueden promover estilos de vida saludables que eviten el consumo de tabaco, alcohol y otras drogas, generar redes de apoyo, ayudar a afrontar mejor el duelo o una enfermedad grave o reducir los niveles de ansiedad y estrés.
Sin embargo, también pueden tener un efecto pernicioso. Un buen ejemplo de ello es el rechazo de la vacunación infantil en determinados grupos religiosos (como ha ocurrido con el virus del papiloma humano, la poliomielitis y la rubeola), el uso por de fuentes de información no oficiales en materia de salud, la pérdida de confianza en la evidencia científica y la adopción de discursos que generaron barreras para la vacunación durante la pandemia de la covid-19.
Y, sin embargo, el personal sanitario no suele tener en cuenta la dimensión espiritual de las personas a las que cuida y atiende. Por ello, algunos trabajos científicos recalcan la importancia de considerarla una variable más en la investigación, la evaluación comunitaria y la puesta en marcha de programas de salud.
El objetivo es actuar adecuadamente dentro de cada entorno cultural,........