Se han realizado grandes avances para comprender y combatir el acoso escolar y, más recientemente, el ciberacoso. Hoy sabemos su prevalencia, los factores asociados, impacto y cómo abordarlo de modo eficaz. Pero que se hable más y se conozcan mejor estos problemas no quiere decir que hayamos logrado comprender las múltiples formas en las que se presentan y cómo brindar los apoyos que mejor se adapten a cada situación.
Hay tres tipos de acoso escolar y ciberacoso que son especialmente difíciles de detectar y resolver: los episodios en los que las víctimas son también agresoras; los casos de escolares que son víctimas durante mucho tiempo; y los casos en los que la violencia ejercida sobre las víctimas involucradas es de distintos tipos.
¿Cuándo y cómo se convierte una víctima en agresor? ¿Y un agresor en víctima? Este doble rol es complejo y poco explorado. Una víctima puede defenderse de los ataques de sus iguales con firmeza y límites e, incluso, con agresividad, como insultos. En ocasiones, este uso de la violencia puede llegar a normalizarse tanto que algunas víctimas se conviertan, además, en agresores de otros compañeros y compañeras.
Por otro lado, un agresor puede volverse víctima si, tras ser señalado, comienza a ser excluido y rechazado por su grupo. Estos cambios de rol son cruciales, ya que pueden desencadenar una espiral de violencia más difícil de detener y con consecuencias más........