La clausura de los Juegos Olímpicos de París 2024 apaga el más icónico de los símbolos: la llama olímpica. Nada menos que símbolo de la entrega del fuego a los mortales que tan caro salió a Prometeo. El ejemplar castigo con el que el titán pagó su osadía debió dejar algún remordimiento a los dioses cuando miles de años después siguen permitiendo que encendamos la llama con los rayos del mismísimo Sol.
Desde Berlín 1936, el fuego viaja de mano en mano hasta encender otro símbolo de la mayor relevancia, el pebetero, que en estos últimos juegos ha sorprendido al mundo. El pebetero de París ha sido la primera llama de la historia sin combustión y ha mostrado que el espíritu olímpico no lo porta el fuego, ni el calor que desprende, ni su pureza, sino la luz que emite.
El pebetero de las olimpiadas de París no ardía. Es el primero en la historia que no lo hace. Sin embargo, ha logrado una excelente simulación de fuego con luz y nubes.
Para que haya fuego tienen que haber combustión. El fuego es una mezcla de gases en la que se está produciendo una........