“Tuve un acompañante con el que compartí un secreto, o eso creímos hacernos creer, y para unirnos en familia de negocios admitimos intercambiar un sobre en el que debía constar nuestra firma comprometiéndonos, pero viviendo separadamente y pareciendo durante un tiempo que no teníamos que ver uno con otro, y quien resultase rico primero llamaría a la otra parte.”
(Yo estaba escuchándola como médico, su relato, el que he comenzado a contarles aquí, me hizo sonreír irónicamente al recordarme un cuento de Ambrose Bierce, ¿ha leído usted aquél en el que un padre y un hijo ladrones se asocian para colaborar y repartirse el botín?, se titula Una conflagración imperfecta.
Volvamos a la declaración de Corina, ¡cuánto fracaso manifiesta en sus palabras! ,
¡cuánto! ¡cuánto! ¡no hay cifra que pueda reflejarlo!
Una asociación y otra la han llevado a verse ante el espejo, y en un estado de devaneo hacer un examen global de su frustración. Dejo aquí su testimonio para el estudio, y también lo dejo a la vista de todo el mundo porque considero que los afectados, aunque la........