La fórmula MILEI fue diseñada y aplicada por sectores del gran capital imperialista occidental y argentino en las recientes elecciones nacionales de Argentina.
Esta fórmula es más radical que el neofascismo de Bolsonaro, Bukele y otros parecidos. Más ultraconservadora que el proceder de los Macri, Noboa, Piñera…pero revestida de un populismo contrario a la partidocracia altamente pervertida, a la corruptela institucional y al parasitismo estatal.
Una de sus fuentes potenciales de popularidad es su crítica radical, absolutamente justa, a los políticos ladrones y al estatismo corrompido; presentes en todos los gobiernos de derecha y centro-derecha, y en una parte importante de los llamados progresistas.
Su blanco de ataque fundamental es la diversidad del progresismo y de las izquierdas, principalmente sus modalidades independientes de EEUU.
Esa fórmula de neofascismo, combinado con populismo conservador, presenta la corrupción de los políticos y del estado como la única causa de las desigualdades y el empobrecimiento; encubriendo de paso las culpas de la gran propiedad capitalista, de la explotación asalariada, de la sobre explotación y la exclusión social.
Oculta cuidadosamente la responsabilidad de monopolios y oligopolios capitalistas en todos los males acumulados a nivel del llamado tercer mundo y en las sociedades centrales del sistema imperialista.
Emplea a su favor la manipulación religiosa de la política, la ideología patriarcal y los prejuicios conservadores de todo tipo.
Promueve un falso nacionalismo, que no tiene nada de anti imperialismo ni de propuesta de autodeterminación nacional y continental. Y si mucho de nazi fascismo.
La médula de su propuesta es la apropiación completa del poder por las grandes empresas privadas, a ser liberadas de impuestos, aranceles y regulaciones.
Propugna por el reino absoluto de la propiedad privada capitalista, ofertando -bajo la presión de su progresiva decadencia y su degradación ética extrema- la posibilidad de humanizarla.
Nada hablan sus portavoces de la concentración de la propiedad capitalista en el país y en el mundo.
Tampoco de la gansterización integral del capitalismo imperialista y de los capitales locales subordinados a él.
No dicen cómo detener y revertir ese curso hacia la degradación de las sociedades del centro y de la periferia del sistema, sin recurrir a la expropiación de los grandes capitales; porque se trata de una misión imprescindible, pero imposible de alcanzar sin enfrentarse a la dominación capitalista.
De hecho, asumen como irreversible la privatización ejecutada, empujándola a estadios mucho más perniciosos, en tanto apelan al capitalismo como único modelo de apropiación y gestión económica de la sociedad.
La diversidad de las familias, de........