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El dilema de Trump respecto a China

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10.01.2025

Gaza, Haití, Irán, Israel, Líbano, Rusia, Siria, Ucrania y Venezuela: Al presidente electo Donald Trump no le faltarán retos en política exterior cuando asuma el cargo en enero. Sin embargo, ninguno de ellos se acerca a China en alcance, escala o complejidad. Ningún otro país tiene la capacidad de resistir su previsible antagonismo con el mismo grado de fuerza y tenacidad, y ninguno despierta más hostilidad e indignación entre los republicanos del MAGA [Make America Great Again]. En resumen, está garantizado que China ponga al presidente Trump en un difícil aprieto esta segunda vez: puede optar por hacer tratos con Pekín y arriesgarse a verse tachado de apaciguador por los halcones en materia de China de su partido, o puede castigar y cercar aún más a Pekín, arriesgándose a un choque potencialmente violento y posiblemente incluso a una escalada nuclear. La forma en que decida resolver este dilema será sin duda la prueba de fuego más importante de su segundo mandato.

No nos equivoquemos: los responsables de la política exterior del entorno de Trump consideran a China «lo gordo». Aunque imaginan muchos desafíos internacionales a su estrategia de «los Estados Unidos primero», sólo China, creen ellos, plantea una verdadera amenaza al dominio mundial continuado de este país.

«Creo firmemente que el Partido Comunista Chino ha entrado en una Guerra Fría con los Estados Unidos y es explícito en su objetivo de reemplazar el orden mundial liberal, liderado por Occidente, que ha estado en vigor desde la Segunda Guerra Mundial», declaró el representante Michael Waltz, elegido por Trump como asesor de seguridad nacional, en un acto organizado por el Atlantic Council en 2023. «Estamos en una carrera armamentista global con un adversario que, a diferencia de cualquier otro en la historia norteamericana, dispone de capacidad económica y militar para realmente suplantarnos y reemplazarnos».

Tal y como lo ven Waltz y otras personas del entorno de Trump, China plantea una amenaza multidimensional a la supremacía mundial de este país. En el ámbito militar, al aumentar su fuerza aérea y su armada, instalar bases militares en islas reclamadas en el Mar de China Meridional y retar a Taiwán mediante maniobras aéreas y navales cada vez más agresivas, está desafiando el dominio continuado estadounidense del Pacífico Occidental. Desde el punto de vista diplomático, está reforzando o reparando los lazos con aliados clave de los Estados Unidos, como India, Indonesia, Japón y los miembros de la OTAN. Mientras tanto, ya se encuentra cerca de replicar las tecnologías más avanzadas de este país, especialmente en su capacidad para producir microchips avanzados. Y a pesar de los esfuerzos de Washington por disminuir la dependencia norteamericana de bienes vitales de China, como minerales y productos farmacéuticos cruciales, sigue siendo uno de los principales proveedores de este tipo de productos a este país.

¿Luchar o pactar?

Para mucha gente del círculo íntimo de Trump, la única respuesta correcta y patriótica al desafío chino estriba en contraatacar con dureza. Lo mismo el representante [en el Congreso] Waltz, elegido por Trump como asesor de seguridad nacional, que el senador Marco Rubio, su opción como secretario de Estado, han patrocinado o apoyado leyes para frenar lo que consideran actividades chinas «malignas» en los Estados Unidos y en el extranjero.

Waltz, por ejemplo, presentó la Ley de Exploración e Innovación de Minerales Críticos Estadounidenses de 2020, que pretendía, según explicó, «reducir la dependencia de los Estados Unidos de fuentes extranjeras de minerales críticos y devolver la cadena de suministro norteamericana de China a los Estados Unidos.» El senador Rubio ha sido igualmente combativo en el ámbito legislativo. En 2021, fue redactor de la Ley de Prevención del Trabajo Forzado Uigur, que prohibía la entrada en los Estados Unidos de mercancías producidas en campamentos de trabajos forzados de la provincia de Xinjiang. También patrocinó varias leyes destinadas a frenar el acceso de China a la tecnología estadounidense. Aunque estas medidas, así como otras similares presentadas por Waltz, no siempre han obtenido la aprobación necesaria del Congreso, a veces se han integrado con éxito en otras leyes.

En resumen, Trump entrará en funciones en enero con un conjunto de medidas punitivas destinadas a luchar contra China listas para su puesta en marcha junto con un fuerte apoyo entre sus nombramientos para convertirlas en leyes del país. Pero, por supuesto, estamos hablando de Donald Trump, así que no se puede dar nada por supuesto. Algunos analistas creen que su afición a hacer tratos y su admiración declarada por el hombre fuerte de China, el presidente Xi Jinping, pueden llevarle a adoptar un enfoque mucho más transaccional, aumentando la presión económica y militar sobre Pekín para obtener concesiones, por ejemplo, con el fin de frenar la........

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