La corrupción y las traiciones de los grandes partidos socialdemócratas y el auge de la extrema derecha europea (tendencias más vinculadas entre sí de lo que suponemos) dejan un panorama bastante desolador en el paisaje de la izquierda clásica.
Son la precarizada juventud y la errática clase obrera quienes suelen recibir la mayor parte de las culpas por este alarmante retroceso de las libertades y los derechos sociales. Como suele ocurrir casi siempre estas críticas no son del todo justas, pues tanto en el mundo del trabajo asalariado como entre la gente joven siguen dándose numerosos casos de autorganización y luchas que desmentirían la muy extendida opinión de que está todo perdido y que para luchas, las de antes.
La distancia en el tiempo nos suele llevar a considerar nuestras pretéritas pequeñas batallitas por el convenio o la defensa de una cala paradisíaca como auténticas epopeyas de los lejanos y breves años de militancia y compromiso. Pero de aquellas pírricas........