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El proceso electoral que desembocará en el 28 de julio, día de los comicios presidenciales, se asemeja cada día más, hora a hora, paso por paso, al desarrollado en el estado Barinas, donde la oposición unida puso fin a la nepótica hegemonía que la familia Chávez había ejercido durante 21 años.
Y esa similitud radica principalmente en que la fuerza de ocupación que ejerce control total sobre Venezuela, esa cúpula chavista que todo lo puede y que ante nada se detiene, ha desplegado cuanta acción ventajista, inconstitucional e ilegal y en todo terreno pueda ejecutarse para retener el poder. Esta vez el Poder Ejecutivo.
Fue la repetición de la elección a la gobernación de Barinas, ganada por Sergio Garrido, una escenario calculado y preparado por el régimen hasta el último detalle, donde no se escatimaron recursos económicos, abusos en el orden institucional, campañas comunicacionales, censuras, un verdadero aquelarre operacional que incluyó la búsqueda de votantes en las áreas circunvecinas de Barinas, para revertir lo que había sido la legítima victoria de Freddy Superlano en el más simbólico de los estados, la natal Barinas de Hugo Chávez.
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