La retórica del golpe de Estado se ha convertido en la más reciente víctima del oficialismo y sus simpatizantes, quienes la dilapidan irresponsablemente, sin el menor atisbo de conocimiento de causa. Han manoseado tanto el concepto que, entre tanto eslogan vacío y vituperio mediático, han logrado lo impensable: normalizar la idea de un golpe de estado en México, usando nada más que saliva ignorante y ponzoñosa. Así, la verborrea oficial se despliega como un discurso peligroso, trivializando lo que históricamente ha sido una tragedia para democracias frágiles, y transformándolo en una simple etiqueta para descalificar a todo aquel que disienta.
Su estupidez es del tamaño del disparate. Pero no sorprende. Llevan seis años derrochando idiotez y sandeces con una constancia que rayaría en lo admirable, si no fuera tan patética.
Basta con recordar cuando acusaron de golpistas a los padres de familia de niños con cáncer que protestaban legítimamente por el desabasto de medicamentos, provocado por la incompetencia........