Dos indicadores resultan trascendentales para evaluar si una economía tiene o no un comportamiento sano: la tasa de inflación y la tasa de desocupación; por eso se les debe dar un tratamiento serio y en lo posible, por sus impactos, evitar estridencias. Las economías son sensibles y los agentes económicos, sobre todo los que mueven sus capitales en el corto plazo, suelen tener reacciones extra lógicas que presionan la posición financiera de un país. México, de ningún modo, es la excepción.
Los periódicos especializados en economía y finanzas, “El Financiero” y “El Economista”, destacan - hoy - que en junio la inflación se aceleró en 5%; en tanto que otros - como el “Sol de México - hacen especial énfasis de que existen cuatro meses de rebote y que la inflación con AMLO es la más alta desde Fox, con una tasa acumulada de 31.56%. Los datos de inflación son fidedignos porque provienen del INEGI, que es el órgano autónomo del país que tiene como una de sus responsabilidades elaborar el Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC).
Una mayor desagregación indica que la variación anual fue la siguiente: inflación general 4.98%, inflación subyacente 4.13% e inflación no subyacente 7.67%. Si comparamos estas tasas con respecto a las observadas en junio de 2023, resulta que la no subyacente es mayor en 8.03 puntos porcentuales; en tanto que la general y la no subyacente disminuyeron en 0.08 y 2.76 puntos porcentuales, respectivamente. Esto es, la tasa de 4.98% se vio básicamente catapultada por la inflación no subyacente.
Antes de emitir algún comentario, conviene visualizar gráficamente como se ha comportado la inflación en un mayor lapso de tiempo. He optado por un histograma para hacer evidente que la inflación subyacente muestra una disminución consistente a partir de 2022; en........