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El humanismo mexicano y la reforma judicial riesgosa

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22.08.2024

En estos últimos cinco días dos eventos me han llamado la atención:

1. El discurso del joven Secretario del Trabajo y Previsión Social, Marath Baruch Bolaños López, en Monterrey, el pasado 17 de agosto, en el que afirmó que México no vive un periodo de cambios, sino un cambio de periodo. La frase es profunda porque para que se suscite un cambio de periodo es indispensable que se dé una ruptura de ideas, creencias y paradigmas. No existe mejor ejemplo que el del advenimiento del Estado Moderno, cuando en la revolución francesa se abolió el poder absoluto del monarca, considerado como divino, y se consagró la libertad e igualdad de los hombres ante la Ley, adoptándose en 1789 la “Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano”. En México – durante este periodo histórico – se tendría que hablar del fin del neoliberalismo y del surgimiento de un nuevo modelo, al que el presidente López Obrador ha denominado “humanismo mexicano”.

2. La columna del economista Gerardo Esquivel (“El farol y la reforma judicial”), en la que implícitamente pone en duda la continuidad del “humanismo mexicano”, afirmando que “una reforma judicial mal encaminada podría ser la vía más segura para continuar por una senda de crecimiento mediocre”. Una economía sin crecimiento o con una raquítica inversión productiva, impediría generar la riqueza necesaria para soportar un modelo sustentado en la equidad, el desarrollo social y la generación de empleos. Todo modelo de desarrollo social requiere, en efecto, de la creación de riqueza para hacerlo sustentable: la riqueza se puede compartir, la pobreza no, sólo se padece.

Los antagonismos en la implementación de la reforma judicial pueden llevar a un contexto económico indeseable; por eso es importante su pronta resolución. La posición de la presidenta electa de “separar la impartición de justicia del poder económico” parece sensata, si existiese efectivamente esa sumisión; pero resulta acotada si no se garantiza una impartición eficiente con cuadros humanos suficientemente preparados, en donde el denominador común sea la excelencia. El modelo de elección democrática es irreversible y se caminará inevitablemente con los zancos de la impericia; sin embargo, esto es........

© SDP Noticias


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