“El aumento del dólar solo afecta a los ricos o a los que viajan por estos días al exterior; yo no tengo un solo dólar. ¡Qué importa que suba!”. Son muchos los ciudadanos, convencidos de que lo anterior es verdad, que van por la vida pensando que “lo del dólar” no es con ellos. Lastimosamente, es con todos. Y los más afectados serán los más pobres.

Según datos de la Asociación Nacional de Instituciones Financieras –Anif–, el peso colombiano es una de las monedas más devaluadas del mundo; incluso más devaluada que el peso argentino –que ya es mucho decir–, pues es difícil encontrar un país con peor manejo de su economía. Es cierto que el dólar sube en todo el mundo, pero aquí sube mucho más. Y la razón es clara: los esfuerzos del Gobierno Petro por enviar los mensajes equivocados a los mercados, como sus anuncios sobre política energética o el hecho de congraciarse con un dictador.

Si a nivel mundial, además del panorama inflacionario, se venía vaticinando una posible recesión, el Gobierno debería haber tomado las decisiones estratégicas para tratar de contener el asunto y no ahondarlo con sus declaraciones y acciones. En última instancia, gobernar se trata de eso: hacerse responsable del dinero, la estabilidad y el futuro de la economía, especialmente de los más pobres. Aquí, por el contrario, mientras que con palabras y símbolos el Gobierno entretiene y promete, el hambre y la pobreza son cada día más reales.

Debido al alto peso de las importaciones en nuestra economía (19,4 por ciento del PIB en 2021), preocupan los efectos del alza del dólar en la producción y consumo de medicamentos, agroinsumos, plásticos, maquinaria, vehículos, entre otros. Todo está y, posiblemente, estará más caro. Además, según el Dane, las importaciones aumentaron 36,4 por ciento en agosto de este año frente al mismo mes del año anterior. Las más afectadas con la tasa de cambio, entonces, son las importaciones de manufacturas, que tuvieron una participación del 74 por ciento del total; luego les sigue el sector agropecuario, alimentos y bebidas, con participación del 15,1 por ciento, y los combustibles y productos de industrias extractivas, con 10,9 por ciento. El impacto de la subida del dólar se traslada al bolsillo de todos los colombianos, pues los sectores productivos de la economía y el comercio ya se están viendo seriamente afectados. Al estar más caras las importaciones de materias primas, inmediatamente aumentan los precios de las prendas de vestir, materiales de construcción (que significan un duro golpe a un sector clave para la economía, gracias a su uso intensivo de mano de obra), artículos de tecnología, vehículos, entre muchos otros.

Lo que más preocupa, sin embargo, es el alza en los precios de los alimentos debido a su incidencia en la pobreza. Esto porque en Colombia importamos más del 80 por ciento de los insumos agrícolas y fertilizantes, lo que quiere decir que si sube el dólar, sube el costo de los insumos y la producción de alimentos, y finalmente suben los precios de la canasta familiar. Con el mismo dinero que teníamos hace un mes, hoy compramos menos y mañana, a este paso, todavía menos. Hay mucha gente que hoy compra su mercado del día en cuotas y esa es una realidad profundamente dolorosa que habría que erradicar, no expandir. Pero, como vamos, esto será cada vez más común.

Además, cuando se devalúa la moneda de un país, también sube la inflación y encarece el pago que deben realizar empresas y Gobiernos que han contraído deuda en dólares. Hoy, nuestra deuda externa asciende a 102.000 millones de dólares. A 3.800 pesos el dólar, son 388 billones de pesos; a 5.000 pesos, son 510 billones. Es decir, un incremento en 122 billones de pesos en seis meses: seis veces la reforma tributaria. Para hacernos una idea de la velocidad de este impacto, solo en la última semana la deuda externa del país creció 15 billones por efecto de la tasa de cambio (y esto sin incluir el efecto de las tasas de interés).

Mientras el Gobierno idealiza sus discursos y les clava el cuchillo por la espalda a los más vulnerables, propicia acercamientos con Nicolás Maduro, Iván Márquez y los de la primera línea, y sigue con cantos de sirena embaucando a los colombianos, todo apunta que el primer diciembre de Petro en el poder nos tendremos que conformar con una sonrisa, una ilusión y un corazón para alegrar, porque, como dice la canción, será muy pobre la Navidad.

¿Esta es la “explosión controlada”? Que hoy Colombia sea reconocida a nivel mundial como una de las economías más débiles del planeta y con la moneda más devaluada debería llenar de vergüenza no solo al Gobierno, sino a todos sus aliados, no solo por la capacidad destructiva que han tenido en tan poco tiempo, sino porque hoy, después de solo tres meses, somos 30 por ciento más pobres de lo que éramos cuando ellos llegaron al poder. Presidente Petro, por favor escuche a los expertos. Piense en el país. Ya no estamos en campaña y con la comida, la plata y el futuro de la gente no se juega.

QOSHE - Colombia, más pobre...y apenas van tres meses - Federico Gutiérrez
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Colombia, más pobre...y apenas van tres meses

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05.11.2022

“El aumento del dólar solo afecta a los ricos o a los que viajan por estos días al exterior; yo no tengo un solo dólar. ¡Qué importa que suba!”. Son muchos los ciudadanos, convencidos de que lo anterior es verdad, que van por la vida pensando que “lo del dólar” no es con ellos. Lastimosamente, es con todos. Y los más afectados serán los más pobres.

Según datos de la Asociación Nacional de Instituciones Financieras –Anif–, el peso colombiano es una de las monedas más devaluadas del mundo; incluso más devaluada que el peso argentino –que ya es mucho decir–, pues es difícil encontrar un país con peor manejo de su economía. Es cierto que el dólar sube en todo el mundo, pero aquí sube mucho más. Y la razón es clara: los esfuerzos del Gobierno Petro por enviar los mensajes equivocados a los mercados, como sus anuncios sobre política energética o el hecho de congraciarse con un dictador.

Si a nivel mundial, además del panorama inflacionario, se venía vaticinando una posible recesión, el Gobierno debería haber tomado las decisiones estratégicas para tratar de contener el asunto y no ahondarlo con sus declaraciones y acciones. En última instancia, gobernar se trata de eso: hacerse responsable del dinero, la estabilidad y el........

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