La inoperancia, la ignorancia, el desorden, la ingenuidad, la perversidad y las malas políticas han llevado a la administración Petro a un punto de crisis autoinducida.
Mientras se le pasan las horas twiteando, discurseando a diestra y siniestra, conspirando para amarrar todas las instancias del estado y dedicado a la política del gesto y la autoadulación, el país, la economía, la seguridad y las instituciones tambalean.
Nada nuevo. Lo vivimos en la alcaldía de Bogotá. Se advirtió en la campaña presidencial y desde el 20 de junio de 2022 lo hemos denunciado a la opinión quienes no apostamos al “petrobuenismo” o al “petrovegetariano” en ejercicios fatuos de ingenuidad de alquiler.
No hay Petro bueno y no lo habrá. Solo vendrá el deterioro progresivo de la función estatal, el recrudecimiento de la violencia y el reventón económico y moral de la nación.
Y los aduladores locales e internacionales, tantos y tantos que se leen, se escuchan y se ven, se irán unos silenciando, otros alejando y otros se mantendrán pedaleando a cambio de favores, publicidades o lealtades históricas.
Mientras tanto, Petro, su camarilla y sus cuadrillas paramilitares disfrazadas de guardias indígenas y campesinas, han empezado a construir el mito del mártir.
Nadie nunca en la izquierda marxista y radical es responsable de sus fracasos, de sus errores o de sus arbitrariedades. Es el dictum de todo socialista moderado y de todo radical de izquierda. ¡Nos obligaron! ¡No nos dejaron hacer el cambio!
¿Quiénes son los oscuros y perversos enemigos del buen cambio petrista? Todos los que critiquen, los que no se dobleguen en el congreso, los que se atrevan a la oposición, los que no acepten mentir y ocultar los fracasos y arbitrariedades. Obvio que también cabe acusar al “imperialismo yanqui”, a las multinacionales, a los burgueses y capitalistas salvajes.
Porque la mejor receta para el fracaso del mal gobierno petrista, ese que no controla el territorio, que propicia y justifica la violencia, que es incapaz de controlar la carestía, que desconoce las estructuras del estado y sus reglamentos, que vive en órdenes, contraórdenes y reculadas, que destruye valor apunta de utopías energéticas y se relame de su poderío fiscal; no es solo la de estimular sin éxito el odio y el conflicto social.
La mejor receta es la de construir el mito del martirio. El Petro mártir es lo que viene. El relato del mejor gobernante del mundo y de la historia de Colombia, el redentor del pueblo, el entendedor de todas las cosas y dispensador benigno y sabio de justicia social que ha sido amarrado, torturado y perseguido por los enemigos internos y externos.
El calvario de Petro, que se mostrará al mundo desde su balcón twitero, está plagado de cosas “horribles e injustas” como la separación de poderes, congresistas que no se allanan a sus deseos, jueces y fiscales que no entienden y aceptan la sabiduría de sus órdenes, críticos y opositores que se niegan a mentir y aceptar la versión oficial de sus logros y transformaciones, ciudadanos egoístas que se preocupan solo por su bolsillo y se niegan a marchar y azotar a las estructuras de poder en la sublevación redentora que el mártir se desgarra por convocar a todas horas y que desesperado sigue esperando para que lo levante en hombros por encima de todas esas nimiedades que conforman el estado de derecho y esas libertades y garantías que habrá que sacrificar para poder alcanzar el paraíso de justicia proletaria que atenderá todas las necesidades bajo la guía sempiterna del papá Petro.
Y en las toldas subyugadas de la prensa local, donde se encajan los repetidos insultos del mártir con oprobiosos silencios o impostadas imparcialidades periodísticas, y en las toldas de la izquierda internacional, esa que mezcla opinadores, ONG’s de bolsillo, revolucionarios del primer mundo y la prensa internacional que vive de promover fantasmas de extrema derecha para justificar las dictaduras de izquierda, se comprará el mito del mártir y se irá promoviendo en jurisdicciones internacionales que solo tienen humanismo para marxistas asesinos.
Al martirodomio de Petro se suman ya las corridas de cerca constitucionales, la normalización de la violencia, los abusos del presupuesto, las amenazas institucionalizadas y el fantasma de la expropiación a dedo, entre muchas otras acciones que cohíben el espíritu democrático de la población, siembran la desesperanza o cultivan adhesiones de ocasión con gabelas y subsidios.
El martirio será la justificación de la violación del orden constitucional. Hoy y ahora, Petro tantea que resistencia tendrá en la rama jurisdiccional, echando puyas oprobiosas bien rechazadas por el Fiscal General y la Corte Suprema. Pero las ramas del poder, por el diseño constitucional, mutan y rotan de manera constante y los estrategas petristas se mantienen al acecho para el raponazo.
Frente a este guion los ciudadanos deben comprometerse con la acción democrática efectiva de cara a las elecciones territoriales y superar los tremores derivados de las amenazas petristas. Los líderes de la oposición debemos superar la acción competitiva para entrar en una era colaborativa y solidaria que muestre al elector opciones claras y robustas que antepongan la defensa democrática a cualquier interés personalista.
De mártir mediocre a dictador
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08.05.2023
La inoperancia, la ignorancia, el desorden, la ingenuidad, la perversidad y las malas políticas han llevado a la administración Petro a un punto de crisis autoinducida.
Mientras se le pasan las horas twiteando, discurseando a diestra y siniestra, conspirando para amarrar todas las instancias del estado y dedicado a la política del gesto y la autoadulación, el país, la economía, la seguridad y las instituciones tambalean.
Nada nuevo. Lo vivimos en la alcaldía de Bogotá. Se advirtió en la campaña presidencial y desde el 20 de junio de 2022 lo hemos denunciado a la opinión quienes no apostamos al “petrobuenismo” o al “petrovegetariano” en ejercicios fatuos de ingenuidad de alquiler.
No hay Petro bueno y no lo habrá. Solo vendrá el deterioro progresivo de la función estatal, el recrudecimiento de la violencia y el reventón económico y moral de la nación.
Y los aduladores locales e internacionales, tantos y tantos que se leen, se escuchan y se ven, se irán unos silenciando, otros alejando y otros se mantendrán pedaleando a cambio de favores, publicidades o lealtades históricas.
Mientras tanto, Petro, su camarilla y sus cuadrillas paramilitares disfrazadas de guardias indígenas y campesinas, han empezado a construir el mito del mártir.
Nadie nunca en la izquierda marxista y radical........
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