Petro la necesita para el trámite de su extenso paquete de reformas. Los parlamentarios de los partidos de la clientela no la quieren desmontar y acuden siempre al remoquete de que ellos que culpa tienen: ¡deben cumplir compromisos!

Entonces la ambición, por un lado, y las malas prácticas políticas de los manzanillos de siempre por otro, consolidan el mecanismo con el que Colombia se dirige al abismo a través de las retrógradas reformas del gobierno.

Como es ostensible en la reforma a la salud y en la laboral, lo propuesto por el gobierno y el mazacote resultante de las concertaciones entre los partidos de la coalición son malas para el país. Hay consenso entre académicos, gremios, opinadores, analistas y la clase política misma en que las reformas son inconvenientes, destructoras del sistema de salud, del empleo y las empresas colombianas.

E incluso la población en general, en las encuestas y en medio de su ignorancia de los problemas nacionales, presiente la inconveniencia de lo propuesto. Los ciudadanos entienden que darle el monopolio integral de la salud a un estado inoperante y corrupto es una pésima idea. Valoran a sus EPS y en medio de sus inconformidades saben que el sistema de salud es un gran logro y tiene presencia y resolutividad cotidiana en sus vidas. Los pequeños y medianos empresarios y sus empleados son conscientes de que la reforma laboral encarecerá en tal medida el empleo que reducirá las oportunidades y destruirá el tejido empresarial.

La certeza de la inconveniencia de las reformas empieza a pasar factura política de cara a las elecciones de octubre. Cada fin de semana, en provincia, los parlamentarios de la coalición registran el costo político y vuelven a Bogotá a postular pequeñas enmiendas a los proyectos que, en general, no los mejoran y, por el contrario, tienden a empeorarlos, llenarlos de incongruencias y son meros accesorios del desastre.

Frente a estas iniciativas el gobierno nacional, en el caso de la reforma a la salud, mantiene vivos sus “inamovibles” de giro directo, eliminación del aseguramiento, destrucción de las EPS, eliminación del subsidio a la demanda, fondos cuenta regionales, articulación de redes por parte de las comisiones regionales, mayor burocracia y la oscura financiación “estándar” de los hospitales públicos locales al ojímetro como nueva herramienta de corrupción política: un sistema estatizado sin verdadera elección y que desfinanciará la atención de media y alta complejidad generando las condiciones para una rápida quiebra del sistema.

Y cada nueva semana de trámite en la de salud, se revive el baile e intercambio de abalorios, “líneas”, dignidades, retiros y regresos y claro puestos, contratos, entidades y beneficios que, como el dicho coloquial, muestran a los parlamentarios de la cámara, por ahora, llenando de grano en grano su buche insaciable.

Y el gobierno, que se acomoda en sus malas prácticas clientelistas, parece dispuesto a entregarlo todo. Esta volubilidad para entregar el grano refleja no solo la ambición, sino la necesidad de lograr, para su público más radical, un primer gran logro reformista en el congreso y llenar sus alforjas de cara a las elecciones de octubre.

Para los parlamentarios de la coalición y los directivos de la U, el conservador y el liberal, los riesgos institucionales, las implicaciones políticas en el cambio hacia un modelo estatista, el derrumbe ya en ciernes del sistema de salud ante los ataques sistemáticos del ministerio a las EPS y la total incertidumbre que la reforma a la salud generará, implican un riesgo difuso de cara a las elecciones que se compensa ampliamente con lo obtenido en este ritual indigno de mermelada.

Es el momento de aumentar la presión política sobre estos irresponsables que en el congreso se apegan a sus perversos y pequeños intereses poniendo en riesgo la seguridad social en salud y entregando a Petro los dineros y mecanismos para la consolidación de su poder político.

La clase política no tiene límites ni nada le importa respecto del futuro del bienestar de los colombianos o el futuro de la democracia. Por ello, en todos los escenarios, la oposición, los gremios, los activistas, los opinadores y todos los ciudadanos deben trasladarle el peso de las implicaciones históricas de su irresponsabilidad.

Es hora, además, de activar todas las herramientas judiciales disponibles para frenar el trámite, resaltar las violaciones reglamentarias y los conflictos de interés y denunciar el ostensible cohecho que define la intervención del gobierno en la distorsión de la independencia y racionalidad del voto, intervenciones realizadas al amparo de la oscuridad y en las cuales no han dudado de involucrar a la primera dama en funesto antecedente de lo que será la matrimoniocracia, tan popular en las dictaduras marxistas de nuestro continente.

QOSHE - De grano en grano - Enrique Gómez
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De grano en grano

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24.04.2023

Petro la necesita para el trámite de su extenso paquete de reformas. Los parlamentarios de los partidos de la clientela no la quieren desmontar y acuden siempre al remoquete de que ellos que culpa tienen: ¡deben cumplir compromisos!

Entonces la ambición, por un lado, y las malas prácticas políticas de los manzanillos de siempre por otro, consolidan el mecanismo con el que Colombia se dirige al abismo a través de las retrógradas reformas del gobierno.

Como es ostensible en la reforma a la salud y en la laboral, lo propuesto por el gobierno y el mazacote resultante de las concertaciones entre los partidos de la coalición son malas para el país. Hay consenso entre académicos, gremios, opinadores, analistas y la clase política misma en que las reformas son inconvenientes, destructoras del sistema de salud, del empleo y las empresas colombianas.

E incluso la población en general, en las encuestas y en medio de su ignorancia de los problemas nacionales, presiente la inconveniencia de lo propuesto. Los ciudadanos entienden que darle el monopolio integral de la salud a un estado inoperante y corrupto es una pésima idea. Valoran a sus EPS y en medio de sus inconformidades saben que el........

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