Tanto va el cántaro al río que al fin se rompe, dice el refrán popular; es lo que está sucediendo con el actual gobierno. Son tantos sus desaciertos que no solo desbordan el pensamiento de quienes atraídos por su narrativa les entregaron sus votos, sino que también los indiferentes, indolentes y apáticos frente a la situación del país se muestran inconformes y afectados por los resultados de los primeros seis meses de un gobierno de izquierda que lamentablemente llegó al palacio de Nariño.
La dialéctica perfectamente manipulada por quienes apoyan a esta tendencia ideológica quiere hacer creer que todo va muy bien en el país del supuesto cambio; mienten y engañan a la opinión pública, tratan de invertir los valores de la sociedad, un día afirman algo y al siguiente se contradicen. Esto demuestra improvisación, desconocimiento de las realidades, falta de preparación, incoherencia en el discurso y posiblemente está extendiendo una cortina de humo para seguir ‘cañando’ ante la imposibilidad de lograr el cumplimiento de las promesas de campaña.
No es lógico que la ministra de Minas y Energía cometa tantos aparentes errores y aún siga en su cargo; parece que se busca atraer la atención del público hacia estas inconsistencias para que no se perciba con claridad como se quiere acabar con el sistema de salud para generar caos, como se quiere acabar con Ecopetrol para entregar nuestra soberanía energética a los vecinos, como se quiere hacer una reforma política para atornillarse en el gobierno, como se quiere hacer una reforma laboral y pensional que afecta a los trabajadores, como se quiere hacer una reforma al Código Penal que favorece a los delincuentes y desaparece cualquier posibilidad de juzgar a la Primera Línea por sus actos vandálicos, convirtiéndola eventualmente en un brazo violento de la izquierda, parecido a las camisas pardas del nacionalsocialismo de Hitler.
No se entiende el interés de Petro por colocarle el ‘palo en la rueda’ a la construcción del metro de Bogotá, proyecto que lleva más de medio siglo transitando en los escritorios de los burgomaestres y Concejales de la ciudad, sin que haya tenido un final feliz para mejorar la calidad de vida en la capital, pero que indiscutiblemente le ha tenido que llenar los bolsillos a un número importante de lobistas y empresarios que han obtenido miles de millones de pesos por sus proyectos.
Con los dineros dilapidados en los intentos de tener un metro, bien sea elevado, subterráneo o mixto, seguro ya se habría construido por lo menos un tramo; ojalá la Procuraduría, la Contraloría y la Fiscalía General de la Nación tuvieran interés en profundizar sobre el tema, porque no es justo que se haya desangrado al municipio durante tanto tiempo, así como debe establecerse una responsabilidad política, porque estos personajes han pasado agachados y nadie los señala. Qué triste realidad.
Ya se acerca la fecha para el paro nacional que se promueve contra decisiones del gobierno progresista, el cual más bien debe ser considerado regresivo, pues en lugar de buscar el desarrollo y bienestar de la población, está haciendo lo imposible para retroceder en el tiempo y frenar el progreso; con sus decisiones equivocadas se observa la tendencia a empobrecer el país, por lo cual vale la pena traer a colación lo que menciona el general venezolano Guaicaipuro Lameda, atribuyéndole a Hugo Chávez el pensamiento de que ‘La revolución se trata de mantener a los pobres, pobres pero con esperanza, porque los pobres son los que votan por nosotros …’ Lo cual posiblemente también ronda en las mentes progresistas.
Con la decisión de Petro de asumir el control de tarifas de servicios públicos vemos con gran preocupación que es otro paso más para adquirir el control total del estado bajo las premisas de la izquierda, como sucede en Cuba, Venezuela y otros estados bajo sistemas dictatoriales; posiblemente el gobierno busca aumentar los costos a los estratos más altos para incrementar las subvenciones a los más bajos, pero no se quiere dar por enterado que ya hoy se pagan contribuciones y compensaciones por servicios públicos para este propósito.
Es claro hacia donde apunta el gobierno; acabar con la clase trabajadora y mantenerse en el poder por varios períodos. ¿Hasta dónde vamos a llegar? El país no resiste este trote.
Hasta dónde vamos a llegar
Tanto va el cántaro al río que al fin se rompe, dice el refrán popular; es lo que está sucediendo con el actual gobierno. Son tantos sus desaciertos que no solo desbordan el pensamiento de quienes atraídos por su narrativa les entregaron sus votos, sino que también los indiferentes, indolentes y apáticos frente a la situación del país se muestran inconformes y afectados por los resultados de los primeros seis meses de un gobierno de izquierda que lamentablemente llegó al palacio de Nariño.
La dialéctica perfectamente manipulada por quienes apoyan a esta tendencia ideológica quiere hacer creer que todo va muy bien en el país del supuesto cambio; mienten y engañan a la opinión pública, tratan de invertir los valores de la sociedad, un día afirman algo y al siguiente se contradicen. Esto demuestra improvisación, desconocimiento de las realidades, falta de preparación, incoherencia en el discurso y posiblemente está extendiendo una cortina de humo para seguir ‘cañando’ ante la imposibilidad de lograr el cumplimiento de las promesas de campaña.
No es lógico........
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