La guerra cognitiva en Occidente

La censura es vista en Occidente como una forma de gobierno de otra época. La OTAN está enfrascada en una guerra cognitiva, no contra ideas y razonamientos sino para alterar la capacidad de la ciudadanía de tener en cuenta la manera de pensar de otras culturas. Ese tipo de guerra llevó inicialmente a prohibir los medios rusos –RT, Sputnik, etc. En este momento, la “guerra cognitiva” de Occidente se traduce en las muy fuertes presiones que se ejercen contra periodistas como el estadounidense Scott Ritter y el alemán Jurgen Elsasser, quienes no ven a los rusos como enemigos sino que tratan más bien de entenderlos.

La vulgata de Occidente sobre el conflicto entre los anglosajones y Rusia no tolera la contradicción. Quienes se atreven a mencionar la existencia de otros puntos de vista están siendo objeto de una represión arbitraria.

Todo comenzó, en Francia, durante la campaña electoral que precedió la elección presidencial de 2017. Dos medios rusos, RT y Sputnik, mencionaron en sus reportes los ficheros pirateados del equipo de campaña del candidato Emmanuel Macron y las declaraciones de un diputado sobre la cuenta secreta que supuestamente tenía en una empresa offshore en Bahamas. El candidato Macron presenta entonces a la justicia una denuncia contra X (o sea, sin designar al autor del delito) mientras que ambos medios anuncian su intención de presentar una denuncia por difamación (el ahora presidente de Francia Emmanuel Macron no podrá ser juzgado mientras esté en el cargo).

El asunto quedó ahí hasta que, un mes después, luego de la elección presidencial, el flamante presidente de Francia Emmanuel Macron da en Versalles una conferencia de prensa junto al presidente ruso, Vladimir Putin. Macron califica entonces a los medios rusos de «órganos de influencia [que] en varias ocasiones produjeron información tendenciosa sobre mi persona y mi campaña» y afirma que «Russia Today y Sputnik no se comportaron como órganos de prensa ni como periodistas sino que se comportaron como órganos de influencia, de propaganda y de propaganda mentirosa, ni más ni menos».

En 2022, las autoridades británicas dan una interpretación del envenenamiento de Serguei y Yulia Skripal. RT propone una interpretación diferente. La autoridad británica de regulación de los medios, la Office of communication (Ofcom), envía a RT una serie de notificaciones y termina condenando ese canal informativo ruso de televisión a pagar una multa de 200 000 libras esterlinas, multa que será confirmada posteriormente por la Alta Corte de Justicia de Londres.

El 10 de marzo de 2021, la directora nacional de la inteligencia de Estados Unidos publica un informe sobre las amenazas extranjeras durante las elecciones de 2020 [1] y asegura en ese documento que el presidente ruso Vladimir Putin había impartido instrucciones para que los medios rusos denigraran al candidato Joe Biden y respaldaran así la reelección de Donald Trump. Pero… nada de eso es reprensible y en el documento no se cita a ningún medio.

En 2022, las autoridades de Alemania se inquietan ante la visión de RT sobre «la agresión rusa contra Ucrania». ¿Por qué? Pues porque RT presenta los argumentos del Kremlin sobre la «operación militar especial», que los rusos consideran necesaria debido a la presencia de neonazis en el gobierno de Kiev. ¿Y qué medida toman las autoridades de Alemania? Pues simplemente prohíben RT, y prohibiciones similares son rápidamente emitidas por la mismísima Unión Europea. El 27 de febrero, la presidente de la Comisión Europea, la alemana........

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