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Francia frente ante el cambio de era

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18.06.2024

Mientra Francia se prepara para la realización de elecciones legislativas anticipadas, los partidos políticos se alían unos contra otros, acusándose entre sí de haber cedido a diferentes formas de extremismo. La inquietud que manifiestan y la violencia que suscitan no corresponde a la verdadera importancia de lo que está en juego. Cada partido se dedica a resaltar los errores pasados de los otros pero ninguno analiza las razones de la profunda crisis societal que atraviesa el país, al igual que todo Occidente. Sin embargo, el problema no es resolver este o aquel error o problema sino cambiar radicalmente el paradigma de la acción política y adaptarlo a una sociedad donde la economía ya no está basada en la industria sino en la informática.

La disolución de la Asamblea Nacional de Francia, anunciada por el presidente Emmanuel Macron luego de conocerse los resultados de las elecciones para el Parlamento Europeo, hunde el país en el caos.

Los comentaristas se preguntan qué razones pueden haber llevado el presidente de la República, cuyo partido sólo puede salir gravemente debilitado de una elección legislativa anticipada, a cometer lo que a todas luces parece un suicidio. Y si no encuentran la respuesta es, probablemente, porque la pregunta está mal planteada.

Yo, por mi parte, me planteo la hipótesis de que la decisión no fue tomada por Emmanuel Macron sino por los inversionistas que lo pusieron en el palacio presidencial. Lo importante para ese grupo no es prolongar la presencia de Macron en la presidencia –se trata de un personaje que ha perdido el valor que en algún momento pudo haber tenido. Lo importante es traer al siguiente peón, un sucesor capaz continuar la misma política… con un nuevo discurso. Ya instalado en el poder, ese sucesor seguirá haciendo lo mismo que Macron, también en detrimento de los franceses.

Las elecciones “europeas” –léase las elecciones para el “Parlamento Europeo”– ya acaban de poner a prueba a Raphael Glucksmann. Ex esposo de Eka Zguladze, quien fue sucesivamente ministro del Interior en Georgia y viceministro del Interior en Ucrania –bajo la presidencia de Petro Porochenko–, Raphael Glucksmann vive actualmente con la periodista franco-libanesa Léa Salamé, nieta del joyero armenio Robert Boghossian e hija del ex ministro libanés Ghassan Salamé. Raphael Glucksmann es nieto de la filósofa Jeannette Colombel, una ex staliniana que se hizo amiga de los filósofos Jean-Paul Sartre, Michel Foucault y Gilles Deleuze. Raphael Glucksmann es además hijo del “nuevo filósofo” André Glucksmann [1], quien fue empleado de Freedom House [2]. Raphael Glucksmann profesa la rusofobia que su abuela abrazó a partir de 1986 y que transmitió a André, el padre de Raphael. Ese “pedigrí” hace de Raphael Glucksmann un excelente aspirante a la sucesión de Emmanuel Macron, según sus “donantes”.

No está de más recordar aquí que no creemos que el actual presidente de Francia, Emmanuel Macron, sea un Rothschild Boy. Lo consideramos más bien un producto del magnate estadounidense Henry Kravis, así lo escribí hace 6 años [3]. Desde aquella época, la esposa de Henry Kravis se convirtió en presidente del Grupo de Bilderberg y Xavier Niel (dueño del proveedor francés de acceso a internet Free), quien tuvo un papel central en la explotación de los datos informáticos que posibilitó la elección de Emmanuel Macron [4], ya convertido en yerno del magnate francés Bernard Arnault (LVMH), entró a la junta de administradores de KKR, el fondo de inversiones de los Kravis.

El periodo........

© Red Voltaire


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