Crisis estructural, caos sistémico, bifurcación histórica y surgimiento de nuevo sistema social
A Susin, cuya lealtad revolucionaria, ¡aún en las peores condiciones!, siempre me ha admirado y constituye para mi todo un estímulo.
“…el caos es precisamente la señal, el reflejo del colapso de un sistema histórico particular…”* Immanuel Wallerstein
“…el orden emerge del caos…el caos en sí mismo es creativo”** Immanuel Wallerstein
El período de crisis estructural de un sistema histórico es una etapa violenta, desordenada y de caos (es de las cosas terribles que nos depara la historia), pero también es una época de alternativa y opciones, por cuanto, el sistema se bifurca, brindándonos la oportunidad de elegir entre dos más opciones que lo sustituyan (y ésta es, por contrapartida, el lado amable de la historia).
Constatar que un sistema histórico ha arribado a su crisis estructural (y esto es válido para cualquier sistema, ya sea biológico, químico, físico, astronómico, etc.) es una operación bastante sencilla; basta con medir los porcentajes de una serie de indicadores de procesos considerados fundamentales para el funcionamiento del sistema en cuestión, y comprobamos que estos se aproximan a la asíntota (nunca sobrepasable) del 100%, y podemos confirmar que estamos delante de una crisis estructural. Sin embargo, aunque esto es lo esencial para demostrar la existencia de una crisis estructural, esto solo se hace evidente para el académico y estudioso social, para la persona de a pie (la mayoría de la humanidad) la esencia permanece oculta manifiestándose a través de lo fenoménico; en este caso, la esencia de la crisis estructural, se manifiesta a través de una serie de fenómenos fácilmente identificables, como es el desorden, la confusión, etc., que pudieran sintetizarse en el concepto de “caos sistémico”. De forma que, tal como nos muestra el par dialéctico esencia-fenómeno, que la esencia se manifiesta y el fenómeno es esencial, la crisis estructural de un sistema histórico se revela a través de los disimiles procesos de caos presente en todas las esferas sistémicas.
Crisis estructural, caos y bifurcación son conceptos relacionales, abordan el mismo fenómeno desde distintos aspectos del mismo, Wallerstein dice que “cuando hablamos de situación de bifurcación, estamos hablando de que entramos en una situación de caos”1 y, en otro lugar, también dejó claro la ligazón simbiótica de los mismos al decir que “el proceso de bifurcación es caótico”2. La bifurcación es el camino de resolución que adopta, al final, toda crisis estructural, proceso que discurre de forma caótica, cuyo resultado y fotografía final no es posible conocer con anticipación, de ahí que la historia no esté del lado de nadie y que una marcha objetiva del desarrollo social que nos encamine a una sociedad determinada no existe, sino que es el resultado de la acción subjetiva de los distintos actores sociales, de la lucha que desplieguen y de lo acertado de la estrategia empleada.
Aunque el caos está inserto dentro de la crisis estructural y es parte de ella, en efecto es “la característica primordial de una crisis estructural”3, hay una forma de determinar cuantitativamente su aproximado comienzo, “si uno mide la abscisa de las tendencias, [éstas] se mueven hacia una asíntota de 100 por ciento, que por supuesto no pueden cruzar. Un poco antes de dicho punto (digamos, cerca del 80 por ciento), las curvas comienzan a fluctuar alocadas. Esto es señal de que nos hemos movido al interior de la crisis estructural del sistema”4, de tal forma que, el caos comienza a hacerse evidente cuando, parámetros cruciales para la vida del sistema, solo le resta por utilizar el último 20%, con lo cual, aquellos factores que le han dado vida al sistema durante la existencia del mismo se agotan finalmente.
De ahí que, si puede afirmarse que el sistema-mundo capitalista entró en crisis estructural en la década del 70 del siglo XX, “cuando los mecanismos existentes para restablecer el equilibrio dejan de funcionar adecuadamente, y el sistema se aleja del mismo”5, la situación de “caos sistémico”, es más obvia su manifestación en las primeras décadas del siglo XXI, cuando se puede afirmar que “el caos es ya nuestro presente”6.
El caos sistémico tiene una serie de características que lo convierten en uno de los conceptos fundamentales de la “perspectiva de análisis de los sistemas-mundo”, cuyo conocimiento permite a las fuerzas antisistémicas, orientarse dentro de la realidad político social en la que se desenvuelven, así como, planificar su estrategia y acción de lucha.
El caos es un período terrible, horripilante y aterrador.
“Uno sabe que está viviendo una situación caótica cuando: (1) los principales medios se sorprenden constantemente por lo que ocurre; (2) las predicciones de corto plazo de los variados expertos van, de un modo radical, en diferentes direcciones y son expresadas con muchas reservas; (3) el establishment se atreve a decir cosas o utiliza palabras que antes eran tabú; (4) la gente ordinaria está asustada o enojada pero muy insegura de qué hacer”7.
“La confusión ideológica y analítica se convierte en una realidad estructural antes que en una variable accidental. La economía de la vida cotidiana se sujeta a fluctuaciones más salvajes que las habituales Y para las cuales teníamos explicaciones sencillas. Sobre todo, el tejido social parece menos confiable y las instituciones en las que confiamos para garantizar nuestra seguridad inmediata parecen fallar. De este modo, los delitos antisociales parecen extenderse y esta percepción crea temor y, por ende, como reflejo la expansión de la privatización de las medidas y la fuerza de seguridad. Si esto suena conocido, es porque está sucediendo, en diferentes grados, a lo largo del sistema-mundo”8.
“No será un momento agradable de vivir. Será un período negro, lleno de inseguridades personales, incertidumbres del futuro y odios viciosos”9.
En su obra, Utopística o las opciones históricas del siglo XXI, dedica todo un capítulo al tema con un pavoroso título: ¿La difícil transición, o el infierno en la Tierra?, en el cual señala la “certeza que el período de transición será muy difícil para todos los que lo vivan. Será difícil para los poderosos y para la gente común. Será una etapa de conflictos y disturbios graves, y para muchos representará el colapso de los sistemas morales”10, es decir, infernal y del que nadie estará libre, no obstante, “…aunque la experiencia será terrible, no será eterna”, al decir que, “este tipo de desorden creciente y autoreforzante no puede durar siempre, pero sí puede durar entre 25 y 50 años”11.
Durante el caos sistémico no se produce una interrupción, parálisis ni detención de ninguno de los procesos sociales.
El período de caos no significa que todo se paralice, “el que estemos en un tiempo de caos no significa que en los próximos 25-50 años no vayamos a ver funcionar los principales procesos básicos de la economía-mundo capitalista. Personas y empresas seguirán tratando de acumular capital por los medios habituales. Los capitalistas buscarán el apoyo de las estructuras estatales, como lo han hecho en el pasado. Los estados concurrirán con otros estados para tratar de convertirse en el principal centro de acumulación de capital. La economía-mundo capitalista podrá entrar, probablemente, en una nueva fase de expansión, mercantilizando aún más los procesos económicos en el mundo entero y polarizando más aún la distribución efectiva de la riqueza”12.
El caos es fuente de nuevo........© Rebelión
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