Aprendamos del auge de la extrema derecha en la década de 1930

La extrema derecha continúa avanzando en Europa. Siempre resulta útil para entenderlo mirar al pasado, especialmente a aquellos periodos que tienen paralelismos con el actual, y en este sentido pueden ser muy instructivos los acontecimientos de la década de 1930.

“La historia nos enseña que el hombre no aprende nada de la historia”, Hegel

La economía mundial se vio afectada en la década de 1930 por una grave crisis y guerras comerciales, y el clima político también se caracterizó por la ultra derecha y el populismo.

En la década de 1930 el capital vio peligrar sus beneficios a consecuencia de la depresión económica. La respuesta a esta situación tuvo dos aspectos. En el frente exterior cada empresa y cada país trató de exportar la crisis. Los países protegieron sus propias economías (proteccionismo) y se desató una carrera por invertir lo más posible en el extranjero y conquistar la mayor cantidad posible de mercados (Lebensraum) a costa de otros países o rivales. Lo primero llevó a guerras comerciales y finalmente a un verdadero conflicto militar cuyo resultado ya conocemos.

Dentro de todos los países capitalistas la crisis se trasladó al mundo laboral: fuertes recortes, salarios más bajos, despidos masivos y peores condiciones laborales. El gobierno alemán, por ejemplo, estableció drásticas medidas de austeridad en el periodo anterior al nombramiento de Hitler como canciller, unas medidas que fueron bien recibidas por los acreedores alemanes y por la élite financiera de toda Europa. En los demás países industrializados también se establecieron políticas de austeridad.

La política de desmantelamiento social provocó una resistencia generalizada y protestas masivas en todas partes. La élite intentó contener esta resistencia y acabar con ella de dos maneras. En primer lugar, aumentando la represión. Se introdujeron muchas leyes represivas, se restringieron las libertades democráticas y la policía se volvió cada vez más dura. En Inglaterra se militarizó la policía y se prohibieron las reuniones de trabajadores, se restringió la libertad de prensa y se limitó el poder parlamentario. También en Francia se restringió el Parlamento. Hubo detenciones masivas de personas comunistas para impedir las manifestaciones. En Estados Unidos se prohibieron las huelgas. Decenas de comunistas y huelguistas fueron detenidos y condenados a duras penas en Bélgica durante la gran huelga general de 1936.

Además de ello, surgieron partidos de extrema derecha en Italia, Alemania, Austria, Bélgica, Países Bajos, Francia, España, Portugal, Croacia, Hungría, Grecia, etc., y en muchos casos contaron con el apoyo financiero de grandes empresas.

Estos partidos fascistas intentaron -a menudo con éxito- ganarse a una base de masas para canalizar el descontento generalizado y paralizar desde dentro al movimiento obrero. Crearon esta base de masas en primer lugar jugando con los miedos e inseguridades de grandes sectores de la población. Los partidos fascistas recurrieron al conocido mecanismo del chivo expiatorio e hicieron creer a la población que determinadas minorías o grupos de población despreciados (judíos, gitanos, pueblos eslavos, etc) suponían una amenaza. Estos chivos expiatorios proporcionaron un pararrayos perfecto para la explotación socioeconómica a la que se enfrentaban las personas corrientes y de este modo lograron canalizar el resentimiento de las personas ordinarias hacia una dirección favorable para la élite. Lograron que la población pisoteara a los de abajo en vez de a los de arriba.

La propaganda fue la segunda premisa importante para conseguir el apoyo de las masas. Los fascistas crearon para sus seguidores un universo de «hechos alternativos» impermeable a aquellas realidades no deseadas. Los fascistas fueron muy hábiles a la hora de utilizar los medios de comunicación de masas más modernos del momento, como el cine y la radio, además de periódicos y revistas. Eran unos auténticos expertos en lo que hoy denominamos fake news con la consigna «es más probable que la población crea una mentira grande que una pequeña, y si se repite con suficiente frecuencia, tarde o temprano la población la creerá». Se descalificó a la prensa tradicional, que fue tachada de Lugenpresse (prensa mentirosa).

En tercer lugar, si los fascistas querían que les respaldaran amplios sectores de la población, tenían que responder a las sensibilidades y necesidades sociales, de modo que se crearon una imagen social. Mientras no estuvieron en el poder, utilizaron una sofisticada demagogia anticapitalista. No es casual que los fascistas alemanes se autodenominaran nacionalsocialistas.

Hitler atacaba duramente a los judíos ante las grandes masas, pero en sus discursos ante los líderes empresariales no había rastro de sus diatribas antisemitas. En esos círculos cerrados mostraba su verdadera agenda y hablaba únicamente de ataques al movimiento obrero, el socialismo y la Unión Soviética.

Mussolini no era diferente. Calificó al........

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