Los que mueren por la vida

El 25 de febrero de 2024 el joven Aaron Bushnell, en su uniforme de miembro activo de la Fuerza Aérea estadounidense, se planta ante la embajada de Israel en Washington, grita “Liberen Palestina y paren el genocidio”, y se prende fuego.

Poco antes, el primero de diciembre de 2023 una mujer todavía no identificada envuelta en una bandera de Palestina se había incinerado ante el consulado de Israel en Atlanta, Georgia.

Darse o no darse muerte es la cuestión fundamental de la Filosofía, o si se quiere, de la vida. Las interrogantes llevan al suicidio, y el suicidio abre interrogantes.

No hay ser inteligente que no se haya formulado la pregunta de Hamlet:

“¿Quién soportaría los azotes y desprecios del tiempo, el abuso del opresor, la afrenta del soberbio, las penas del amor menospreciado, la tardanza de la ley, la arrogancia del potentado, los insultos que sufre la paciencia, pudiendo darse la paz uno mismo con un puñal desnudo?”

Nunca se acabará de pensar sobre este extremo acto en el cual el sujeto es a la vez víctima, juez y verdugo, y la razón parece volverse su propia enemiga.

Todo suicidio es juicio de si mismo, pero también del género humano.

Parece el suicidio una renuncia al mundo, y sin embargo es a veces la más poderosa forma de intervenir en él. Sócrates acata una disparatada sentencia de muerte del Ágora de Atenas, y su voluntario sometimiento a ella bebiendo la cicuta inaugura la filosofía de Occidente.

El Rey de Roma Tarquino viola a la dama Lucrecia, ésta se suicida, y su muerte provoca una insurrección que acaba con la monarquía. Cleopatra cierra una guerra civil en Roma haciéndose morder por una víbora.

El drama nacional del Japón es Chushingura o........

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