La inseguridad, dos lecturas

CIUDAD DE MÉXICO (apro).- México vive instalado en una contradicción que se volvió insoportable: un discurso oficial que presume capturas, decomisos y operaciones “de precisión”, frente a una ciudadanía que no percibe ni un milímetro de mejora en su día a día. La mayoría de la población sigue sintiéndose insegura, sin cambios significativos en años, incluso en ciudades donde se han anunciado múltiples golpes al crimen. La brecha es brutal. Y es política. Porque la legitimidad de un gobierno no la sostiene la estadística, sino la experiencia. Y hoy la experiencia es miedo, extorsión, incertidumbre y abandono.

Primero. El gobierno puede detener a un líder criminal y proclamar victoria. Puede difundir imágenes, dar conferencias, hablar de “golpes al corazón de la delincuencia”. Pero para millones de mexicanos, nada cambia. Nada. Ni una calle se vuelve más segura. Ni un mercado deja de pagar extorsión. Ni un transporte deja de ser zona de riesgo. La gente ya no asocia capturas con seguridad, porque hace tiempo dejaron de estar conectadas. El modelo de “descabezar cárteles” —importado, repetido y agotado— no funciona en un país donde el crimen opera en células autónomas, flexibles, reemplazables, invisibles. La detención de un líder no desmonta la red: apenas altera la parte visible. La parte invisible sigue intacta. Y paradójicamente muchas veces se fortalece: surgen disputas internas, reacomodos violentos, guerras por el vacío de........

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