Elon Musk se ha convertido en el protagonista de distintos eventos polÃticos alrededor del mundo.
En el lapso de un par de semanas el dueño de la red social X y de Tesla lo mismo entrevista a Donald Trump que discute con el primer ministro británico tras agitar disturbios en ese paÃs; pelea con el gobierno brasileño por una supuesta violación a la libertad de expresión, es acusado (sin fundamentos) por Nicolás Maduro de intervenir en las elecciones venezolanas o respalda a manos llenas a Javier Milei, el presidente argentino.
La irrupción directa de Elon Musk en la arena polÃtica internacional no es gratuita. Tampoco es inocua. En realidad, este fenómeno manifiesta tres elementos cuya convergencia representa un riesgo inminente para las naciones democráticas.
El primero de estos elementos es el capitalismo sin lÃmites. Para nadie es un secreto que Musk es una de las personas más ricas del planeta o que varias de sus empresas estén relacionadas con tecnologÃa de punta. Quizás la más espectacular sea Space X, una compañÃa principalmente conocida por su promesa de turismo espacial, que ha implicado publicitados lanzamientos de cohetes.
Menos comentado es el hecho de que varias de las empresas de Musk, incluyendo a SpaceX y Starlink, tienen contratos multimillonarios con gobiernos. La red de satélites que su compañÃa ha puesto en órbita se ha convertido en parte fundamental de luchas geopolÃticas âpor ejemplo, de ella dependen la resistencia de Ucrania a la invasión Rusia.
Pero, sobre todo, Musk es propietario de la mitad de los satélites artificiales que orbitan la tierra, por lo que su red es indispensable para las........