De valemadristas y valemadreados

Los debates presidenciales deben, como mínimo, ofrecer una radiografía de lo que está en juego a través de los proyectos y personalidades de quienes aspiran representarnos. El debate del domingo pasado ni siquiera generó esta radiografía.

Un formato rígido y una división en distintos bloques con tiempos breves dio pie a que Claudia Sheinbaum, Jorge Álvarez Máynez y Xóchitl Gálvez recetaran generalidades huecas y ataques patioescolares a sus rivales. Esto fue lo que planearon y lo que nos entregaron.

Sin embargo, el primer debate entre aspirantes a la presidencia terminó por ofrecernos otro tipo de radiografía. En concreto, este ejercicio puso de manifiesto dos aspectos de la contienda que trascienden candidaturas, partidos e ideologías.

El primero es que, cuando se le bajan tres rayas al ruido que genera la polarización, es claro que existen más semejanzas que diferencias entre quienes este año se disputan la presidencia.

El pasado domingo no se presentaron proyectos radicales y comprensivos para atajar los principales problemas nacionales. En su lugar fuimos testigos de una retahíla de asuntos hiperespecíficos pero vacíos, como entregar tabletas a niños para abatir el rezago educativo (Gálvez), “empoderar a las enfermeras” para combatir los rezagos en materia de salud (Sheinbaum) o un proyecto educativo consistente en “igualar oportunidades” (Álvarez Máynez).

A ello hay que sumar que en todos los discursos aparecieron algunos impresentables que acompañan a cada una de nuestras opciones presidenciales. Por ejemplo, los nombres de Alito Moreno, Felipe Calderón, Manuel Bartlett o........

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