Trataré de cuestionar las fronteras- mejor dicho, algunas fronteras- entre liberales y conservadores. No por el placer de cuestionarlas sino porque creo que- al menos en estos ámbitos- las fronteras fijas tienen poco sentido. Creo, por tanto, que son inevitables las ‘impurezas’ y las fronteras ‘difusas’. Esta palabra, ‘impurezas’, no la digo en sentido negativo sino en sentido positivo. Las impurezas pueden ser enriquecedoras, siempre que no se entre en el pantanoso terreno de la incoherencia.
Con otras palabras, llevar una idea hasta el final, sin ningún tipo de ‘contaminación’, no suele dar buenos resultados. Es como dar por sentado que una idea equis, es tan perfecta que no necesita nada más que ella misma para desarrollarse hasta el final. Estos suelen ser los planteamientos totalitarios. Son las ‘ventajas’ de tener toda la verdad y nada más que la verdad, que suelen terminar en tragedia cuando se tiene el poder. Todo el poder. La Historia así lo enseña. Al que quiera verlo.
Supondré, como punto de partida, que no soy ‘completamente’ liberal, ni ‘completamente’ conservador. O sea, soy un ‘impuro’ que, tal vez, sería apartado por los liberales de fronteras fijas y por los conservadores de fronteras fijas.
Por ejemplo. Se dice que los liberales (aunque hay varios tipos de liberales; citemos- entre otros- a Locke, Kant, Adam Smith, B. Constant, Tocqueville, y un largo etcétera) defienden, por encima de cualquier otra consideración, la libertad individual.
En cambio, los conservadores (también hay diversas tendencias; Edmund Burke, Montesquieu, Carl Schmitt, Michael Oakeshott, y un largo etcétera, defenderían, principalmente, el mantenimiento de las tradiciones de la sociedad. Digamos, de paso, que el liberalismo que me interesa es........