«Nochebuena (Cuento)»

Por Juan José García Jiménez

Los dedos, índice y pulgar de doña Concha, en fraternal coalición, pugnaban por arrebatar una brizna residual de comida a dos muelas que la aprisionaban.

Seis personas daban escolta a una mesa redonda. Sobre el mantel a cuadros, blancos y colorados, una cacerola albergaba, en caliente y marronaceo caldo, las diversas partes de varios pollos, a los que la muerte había convertido en guiso.

El señor Salustiano, papá de doña Concha, abrazaba con sus desdentados labios un hueso desnudo. Don Nemesio, esposo de doña Concha y yerno del señor Salustiano, escanciaba en un vaso de vidrio grueso, un vino negro y espeso. Javier, hijo pequeño de doña Concha y don Nemesio, trataba de averiguar cuál de todas, en el seno de la cacerola, sería la más gorda de las tajadas.

Hortensia, tiesa la espalda, bello el rostro, y los ojos claros como el mar inmenso, trataba de masticar un trozo de carne sin separar los labios; esta operación, le costaba un gran esfuerzo, lo cual no impedía que no perdiera de vista a su novio -a Tiburcio- el cual en silencio, apenas sin probar bocado, contemplaba, sin que nadie se percatara de ello como, lenta y mansamente, un copo de nieve iba, tras el cristal, a reposar sobre el alfeizar de la ventana.

Después de que los dos dedos de doña Concha, hubieron usurpado la........

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