«En Chilla»
Sirva esta narración como homenaje a Irene Anca García por sus éxitos y logros académicos
Por el sur, la inmensidad de las tierras llanas a las que corta el rio Tiétar. Por el norte, los gigantescos roquedales que configuran las montañas de Gredos, los cuales parecen manos huesudas con los dedos descarnados que imploran al Cielo. En el medio Candeleda. Y a su vera Chilla en cuyos entornos había transcurrido la existencia de aquella mujer, la cual siempre devino en los alrededores del Santuario de Nuestra Señora de Chilla que en aquel lugar se encuentra.
Aquella mujer de bastos andares, de fuerte y tosca complexión y de greñas despeinadas y mugrientas, consumía sus días en la rutina de las horas vacías y en la muda compañía de las pocas cabras qué, a la vez de facilitarle el escaso sustento, le hacían percibir que la vida no quedaba reducida a sus, inarmónicos y sucios miembros.
La imagen de la Santísima Virgen de Chilla constituía esa forma humana con la cual hablaba, a la cual rezaba y de la cual únicamente le cabía esperar el amor que todo ser humano, para no regresar a la nada, requiere y........
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