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«Acerca de la ley que desterró de los usos y costumbres de la hispana grey el ancestral “no, pero sí”, instituyendo en su lugar el “solo el sí, sí”. En su II aniversario»

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04.11.2024

Solo una mujer puede decirnos a los hombres: Hijo mío, este hombre es tu padre.

Solo una mujer puede decirnos a los hombres: Amor mío, este niño es tu hijo.

Solo una mujer puede situarnos a los hombres en el escenario de nuestras propias vidas. Solo una mujer puede vertebrar el entramado en el que transcurre nuestra existencia.

Hablamos, los hombres, la lengua que de una mujer aprendimos, De ahí lo de la lengua materna. Los hombres pensamos según las estructuras idiomáticas que una mujer nos enseñó.

Comenta Marañón que muchos agonizantes, manifestaban un postrero y sutilísimo impulso vital al percibir que una mujer entraba en la estancia. Era común entonces, que esta última etapa vital transcurriera en el propio domicilio.

Los hombres perseguimos metas. Nos esforzamos por conseguir objetivos. Luchamos por alcanzar logros con el fin de ofrecérselos a una mujer. Con la escondida intención de llamar su atención. Con el oculto anhelo de que su mirada se pose en nosotros.

Hoy la tierra y los cielos me sonríen,

Hoy llega al fondo de mi alma el sol,

Hoy la he visto…La he visto y me ha mirado…¡Hoy creo en Dios!

Exclama Gustavo Adolfo Bécquer.

Los cristianos somos conscientes de que hasta el mismo Dios solicitó de una Mujer su consentimiento, para, sin dejar de ser Dios, encarnarse en Hombre con el fin de mostrarnos nítidamente, a todos los seres humanos, cual es el Camino, donde está la Verdad y el lugar en el que brota la Vida.

La mujer es el epicentro en torno del cual giran las vidas de los hombres. La mujer es el viento que mueve los entresijos de los viriles espíritus. La mujer es el aire del que los hombres respiramos. La mujer es el agua con la que los hombres amortiguamos la sed.

Alma a quien todo un dios prisión ha sido,

venas que humor a tanto fuego han dado,

medulas que han gloriosamente ardido,

su cuerpo dejará, no su cuidado;

serán ceniza, mas tendrá sentido;

polvo serán, mas polvo enamorado.

Con estos versos don Francisco de Quevedo clama. Y viendo a su alma de su cuerpo desprendida. cuando sus venas, sus médulas y su cuerpo todo, se encuentre en cenizas convertido, éstas, aún, seguirán dependiendo de una mujer. Sus cenizas tendrán sentido. Ya que, si bien, estas tan solo serán polvo, este será polvo enamorado.

Quizás por este motivo los hombres regalamos flores a las mujeres. Quizás sea esta la causa por la que los hombres cantamos a las mujeres. Quizás sea esta la razón por la cual los hombres morimos por las mujeres.

Esta dependencia es conocida por las mujeres. Quizás por esto, ellas nos aman. Quizás sea esta la causa por la cual ellas nos miman. ¡Son como niños!, dicen de nosotros. Los hombres amamos a las mujeres porque las necesitamos para seguir viviendo. Las mujeres aman a los hombres para que nos sea posible seguir con vida. No existe mortal alguno que pueda amar con la generosidad que una mujer lo hace. Por el mismo motivo, quizás, podamos intuir que solo una mujer puede odiar con tan desbordada intensidad. Amor y odio son los dos extremos del hilo de un mismo ovillo.

Detrás de una mujer vamos buscando nuestro destino. Locos. Vehementes. Encendidos. Ciegos y enamorados vamos en pos del “sí” de una mujer.

La mujer, sutil y esquiva, con su “no, pero sí”, nos lleva, nos conduce, nos prueba y nos dirige por el camino que su amor desea.

Es el “no, pero sí” la clave del cortejo. Es el “no, pero sí” la llave del arca en la que la mujer, a la vida guarda. Es el “no, pero sí”, el candado con el que la mujer su poder mantiene.

Así ocurre en la Naturaleza. Es el “no, pero sí” el texto que se lee en la danza nupcial de la mayor parte de las especies. Es el “no, pero sí” la herramienta que la naturaleza pone a disposición de las hembras para que, tras haber superado el macho las sucesivas pruebas, pueda ser elegido por ellas el mas capaz, para dar adecuada continuidad a la especie.

La diferencia de la humana con otras especies, es que el “no, pero sí” deviene, en la nuestra, tejido con puntadas de poesía.

¿Qué es poesía? dices mientras clavas
en mi pupila tu pupila azul.
¿Qué es poesía? ¿Y tú me lo preguntas?
Poesía…eres tú.

Nos........

© Periodista Digital


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