No temo a Dios porque lo amo, y donde hay amor no cabe el temor.

A ese convencimiento llegué hace años, gracias a Dios y a una detenida lectura del Nuevo Testamento, y no debido a la nefasta labor desarrollada por los padres escolapios, que fueron los que, cuando era un crío, se suponía que debían de haber puesto los cimientos y pilares de mi fe.

Porque aquellos señores, entusiastas de aplicar castigos corporales a los niños, y aterrorizarlos con unas escalofriantes visiones del infierno que hubiesen espantado hasta al propio diablo; aquellos señores que sin el mínimo rubor se presentaban ante los chiquillos como los legítimos representantes de Dios en la Tierra, provocaron con sus peroratas y palizas, que no solo tuviese temor a Dios, sino auténtico terror.

Gracias a Jesucristo que amo y respeto al Padre.

Y el respeto no es temor, sino la piedra angular sobre la que se construye todo amor.

Puede haber respeto sin amor, pero nunca amor sin respeto; porque el amor sin respeto no es amor, sino ordinariez pintada de rosa.

¡No temo a Dios!

¡No temo a Dios!

No temo a Dios porque lo amo, y donde hay amor no cabe el temor.

A ese convencimiento llegué hace años, gracias a Dios y a una detenida lectura del Nuevo Testamento, y no debido a la nefasta labor desarrollada por los padres escolapios, que fueron los que,........

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