Las Tunas.- ¡Sin sorpresas! Donald Trump regresará a la Casa Blanca en enero próximo. Lo verdaderamente insólito hubiera sido que ocurriera lo contrario. Aunque los demócratas hicieron más apretada la pugna cuando colocaron como su candidata a Kamala Harris, era evidente que el magnate ganaría los comicios. Son muy profundos los síntomas de mesianismo, violencia e individualismo en la sociedad estadounidense contemporánea para pensar que hubiese podido pasar algo diferente.
El progresismo “made in USA”, limitado en sus alcances, es incapaz de estructurar una verdadera opción alternativa a este neoconservadurismo de pelo amarillo y corbata roja, que recogió las banderas del Tea Party de principios de siglo y, sin límite moral alguno, controla hoy al Partido Republicano.
En algún momento pareció que Bernie Sanders podría ser quien, en serio, marcara la diferencia, pero su plataforma terminó fagocitada por la maquinaria de las familias demócratas asociadas a los grandes poderes económicos. A menos que surja un movimiento interno, quizás entre los congresistas de la socialdemocracia estadounidense, no se ve, ahora mismo, una fuerza alternativa al trumpismo desde el partido azul.
El mensaje aislacionista y extremadamente básico, pero efectivo de Trump, caló en los votantes de los estados claves a la hora de decidir esta elección. Sí, porque vale recordar siempre que, por más que la retórica de los medios diga otra cosa, el sistema electoral en EE.UU. depende de qué ocurre en las urnas de un grupo de estados rurales, cuyos habitantes blancos y de clase media baja están más cerca de la plataforma conservadora, racista y misógina de Trump, que de los perfiles más flexibles y........