Pequeñas F(r)icciones: Y se llama Perú...
Invitado a un viaje familiar, con pasajes y alojamiento incluidos, me vi forzado a someterme durante una semana entera, con sus noches y sus días, y una que otra madrugada, a los tortuosos placeres del paraíso dominicano. Y como no alcanza una crónica, ni dos, para rememorar las vivencias que, por lo demás, ya descansan en las hamacas de la memoria, ni siquiera voy a intentar contarlas. Salvo, claro, una que me ocurrió la noche antes del triste retorno y que, aunque no lo parezca, viene muy a cuento -ojo con esta palabra- en esta coyuntura.
Según mi celular, faltaba todavía media hora para nuestra última cena, aquella donde, obedeciendo las normas del lugar, tuvimos que vestirnos de blanco. Así que caminé hacia el espacioso lobby del hotel y me senté en una de las pequeñas mesas que rodeaban el ambiente. Y, aunque me había autoimpuesto la promesa de no mirar las noticias de nuestra política, una suerte de instinto me empujó a hacerlo. No me equivoqué. La noticia daba cuenta de una verdad que si bien había sido asumida por la mayoría de peruanos, en estricto, seguía siendo solo una sospecha: en un audio el ministro del Interior afirma que Cerrón utilizó un vehículo presidencial para escapar de un operativo policial.
-¡Vaya, parece que ahora sí se fregó la Dina -dije no en voz alta, pero sí audible.
En seguida, un señor que pasaba a mi lado, se detuvo y giró hacia mí.
-¿Se refiere a la Dina Boluarte? -me preguntó. Era alto, flaco, con pantalón blanco y guayabera amarilla,
-Sí -le dije-. De ella estaba hablando.
-¿Usted es peruano entonces?
-Sí, peruano.
El hombre apenas se inclinó hacia mí y me hizo una especie de venia.
-¿Puedo sentarme?
Yo........
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