Pequeñas f(r)icciones: Un vocero en problemas

Cuatro de la mañana. Pueblo Libre, Lima. Fredy Hinojosa, el vocero presidencial, el hombre que recibe 25,000 soles mensuales por decirle a la prensa cada cierto tiempo, y con el mejor castellano posible, que la presidenta es inocente, que su gestión es brillante y que vamos a extrañarla cuando deje Palacio de Gobierno, se encuentra profundamente dormido. Contra lo que se pueda pensar, el reto de no hacer nada durante la mayor parte del tiempo le demanda un considerable derroche de energía. Sin embargo, para su mala suerte, el descanso se interrumpe cuando, de pronto, su celular no solo comienza a vibrar, a saltar sobre la mesa de noche, como si fuera un pez recién sacado del mar, sino que, además, empieza a emitir un sonido electrónico, repetitivo, cuya intensidad alcanza en pocos segundos decibeles de escándalo.

Hinojosa, todavía más dormido que despierto, mira la pantalla del teléfono para ver quién es el, la o los atrevidos; quién demonios osaba arrancarlo de su reposo. Sin embargo, la molestia y la resaca del sueño se le fueron en el acto cuando vio que la llamada provenía de Palacio, con más exactitud, de alguien muy cercano a la presidenta. El vocero presidencial sabía bien que, si esta persona se tomaba la molestia de llamarlo tan tarde, a esa hora de la madrugada, el asunto era serio. Y lo era.

—Aló —contesta Hinojosa con el mayor aplomo que puede reunir—. ¿Qué pasó?

—Dime, estás despierto, ¿no?

—Claro que estoy despierto. Cuéntame, ¿le pasó algo a la presidenta?

—No, la presidenta está bien. Bueno, no bien; como siempre.

—¿Y entonces?

—Escúchame bien, Fredy. Me estás escuchando, ¿no?

—Sí, sí, te estoy escuchando.

—Bueno, me acaban de avisar........

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