En mi columna anterior reflexioné sobre la reciente ley aprobada por el Congreso que endurece las sanciones a adolescentes de 16 y 17 años, juzgándolos como adultos y permitiendo que compartan centros penitenciarios con ellos. Este tipo de medidas, aunque políticamente populares, rara vez abordan las causas profundas de la delincuencia juvenil ni generan soluciones sostenibles. En lugar de enfocarnos únicamente en el castigo que no asegura disuasión, deberíamos reflexionar sobre cómo invertir en mecanismos que realmente transformen vidas y reduzcan la reincidencia.
Un modelo que ha demostrado ser innovador y efectivo en otros países........