Jugaba bien, pero a nadie le importó |
Chris tenía una zurda elegante. No hacía fintas innecesarias ni levantaba los brazos como si necesitara aplausos. Solo jugaba. Lo hacía con la naturalidad de quien ha nacido con algo y no sabe de dónde viene, pero sí que no quiere perderlo. Tenía 16 años, una melena crespa y rebelde, y la mirada dura de los que han crecido sin alguien que les limpie las lágrimas.
Nunca conoció a su madre. Su padre llegaba tarde, borracho y con el alma vencida. No lo golpeaba, pero tampoco lo miraba. Le dejaba monedas sobre la mesa y desaparecía entre los tragos. Chris cocinaba, lavaba su ropa,........