En un país como el Perú, donde las brechas sociales y educativas siguen siendo alarmantes, invertir en talento humano no solo es una estrategia empresarial inteligente, sino una responsabilidad social urgente. Frente a las dádivas asistencialistas o los apoyos banales, cada vez más empresas comprenden que el verdadero impacto se logra cuando se apuesta por el desarrollo integral de las personas, especialmente desde edades tempranas.

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