En el Perú hemos normalizado la idea de que “el peor enemigo de un peruano es otro peruano”. Pero la evidencia apunta a algo más profundo. Ese Estado que debería facilitar el desarrollo se ha convertido en una maquinaria que entorpece, castiga y desanima. En vez de ser aliado del progreso, suele funcionar como un muro que se interpone incluso cuando las personas solo intentan producir, emprender o vivir en paz.

Las promesas de servicios públicos dignos llevan décadas incumplidas. Salud, educación, infraestructura, seguridad, todo llega tarde o mal. Y cuando el ciudadano, por pura resiliencia, decide avanzar por sus propios medios, aparece la........

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