Si Luigi Mangione fuera peruano
Dediqué unas breves y amables vacaciones a tres tareas centrales: velar por el cuidado de una madre tremendamente anciana, solicitar la renovación de un DNI vencido y, no menos intrigante, tratar de descifrar la visión del mundo de tres gatos domésticos. Lo primero fue complicado. Lo último fue inútil.
Atender a la madre anciana es ley de vida inevitable y posible determinante de consecuencias futuras. Algún día todos dependeremos de que alguien se acuerde de nosotros. No hay certeza al respecto, pero usualmente todo lo que haces o dejas de hacer regresa para recordártelo.
Mi madre no tiene ninguna enfermedad grave, salvo la grosera acumulación de años. Es algo agridulce tener vida cuando esta se reduce, un día intenso, en subir y bajar de una cama. En todo caso, la observación detenida de la longevidad hizo entender que desde hace buen tiempo se pagaba un seguro médico ya inútil a su edad y condición. Su doctor lo confirmó. Me llamó la atención, aunque no tanto, que la compañía de seguros no advirtiera de la inutilidad del servicio que estaba contratando. Para qué. Es un negocio.
La renovación del DNI es una de las cuotas de maltrato ciudadano que todo peruano parece estar condenado a acatar. Tal como agregarle ají a todo, es un daño burocrático consustancial a nuestra nacionalidad.
Durante algunos días........
© Perú21
