28/10/2024 Concentración contra agresiones LGTBfóbicas, en A Coruña. M. Dylan / Europa Press.
"No entiendo por qué hay que hacer bandera de un caso en el que verdaderamente existen dudas respecto a por qué se produce esta salvajada. Y que al parecer no había salido del armario ni en su casa: no era una condición conocida". Esta declaración, vertida por la reconocida tránsfoba Elisa Beni en la Sexta, fue uno de los muchos ejemplos de despolitización del asesinato de Samuel Luiz durante los días posteriores al acto criminal. Más de tres años después, nos encontramos en mitad de un juicio cuya resolución supondrá un síntoma crucial del estado de la LGTBIfobia en España.
Desde la comunidad LGTBI esperamos con ansiedad y con miedo una sentencia que puede significar un gran paso atrás si no se confirma la petición de la fiscalía de incluir el agravante de delito de odio. Recordamos bien las muchas horas de debates televisivos y los numerosos artículos periodísticos que cuestionaron, con el cuerpo aún caliente de Samuel, si una paliza mortal al grito de "maricón de mierda" es un acto de homofobia.
Se pedía entonces "no politizar" el crimen, como si la violencia dirigida a las personas del colectivo –que aumenta cada año– no fuera profundamente política. Tan política como la ideología que puso a sus voceros a intentar convencernos de cosas como que "llamar maricón a alguien es un insulto común, no tiene por qué ser homofobia", o que "los asesinos no podían saber que Samuel era homosexual porque no le conocían".
Sin duda resulta más tranquilizador pensar que los actos inhumanos ocurren porque sí, por generación espontánea, por mala suerte. Nada más sencillo que sostener que le tocó a Samuel como le podría haber tocado a cualquiera. Pero ¿se habrían encarado los asesinos con un hombre cishetero estándar?........