La amenaza ultra

20/09/202418/09/2024 Mario Draghi, expresidente del Banco Central Europeo y Ursula von der Leyen, Presidenta de la Comisión Europea, en Bruselas. Imagen de archivo/Europa Press

Las ultraderechas están en ascenso en Europa. En los últimos años han aumentado su influencia político-mediática autoritaria y su base electoral. No es solo un fenómeno europeo. Particularmente, desde la victoria del primer mandato de Trump en Estados Unidos, en el año 2016, y otras réplicas en América Latina, como el Gobierno de Bolsonaro en Brasil o ahora el de Milei en Argentina, se ha producido un paso cualitativo. Su acceso a posiciones gubernamentales, con capacidad de impulsar una gestión regresiva y ultraconservadora frente a los derechos humanos, especialmente en campos como la inmigración, los derechos feministas y LGTBIQ y las libertades públicas.

En Europa han ido incrementado su penetración en los aparatos estatales, como las fuerzas de seguridad, la judicatura y la alta burocracia. Además, aprovechan sus posiciones institucionales de poder -gubernamentales, autonómicas y municipales- para aumentar su imbricación con el poder económico y el mediático. Están presentes en más de media docena de gobiernos europeos, con posiciones hegemónicas o subordinadas respecto de otras fuerzas de derecha. Especialmente significativo, por su peso político-económico e institucional, es el caso de Italia, cuyo gobierno neofascista normalizado ha colocado a un vicepresidente en la propia Comisión europea.

En las recientes elecciones europeas las distintas derechas extremas han conseguido el 28% de votos, llegando a sumar sus tres grupos parlamentarios, junto con algunos no inscritos, unos doscientos escaños. Una cifra similar a la del primer grupo del Parlamento europeo, el Popular, con conservadores y democratacristianos, que representa la Presidenta de la Comisión europea, la alemana Ursula von der Leyen.

Particular impacto inmediato y a medio plazo tienen los casos de Alemania y Francia. En este eje francoalemán, donde se basa el núcleo fundamental de la Unión Europea, se ventilan auténticos retos estratégicos con la posibilidad de un mayor giro derechista de ambas formaciones de centroderecha, con la colaboración de las derechas extremas. Ahora, con el acuerdo de Macron con Le Pen para dar estabilidad al gobierno derechista del conservador Bernier y, por tanto, sometido a su condicionamiento, con sus perspectivas para las elecciones presidenciales de 2027.

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Para dentro de un año, con las elecciones federales en Alemania, la probable derrota de la coalición de socialdemócratas, liberales y verdes y la victoria relativa de una Democracia Cristiana que, similar al caso francés, puede romper el tradicional cordón sanitario con la ultraderecha y, necesitada de sus votos, como apuntan ya algunos de sus dirigentes, pacte con ella un gobierno derechista, normalizando su cooperación gubernativa y frente al tradicional pacto con una socialdemocracia en declive.

En los próximos meses podemos asistir, en ese marco central europeo, a un proceso de normalización y colaboración, no exento de tensiones políticas y mediáticas, entre las derechas tradicionales y las ultraderechas para mantener su hegemonía política frente a las........

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