enero 21, 2024enero 20, 2024
No voy a ser yo quien ratifique que en España existe y existió siempre lawfare, pero exclusivamente porque detesto los anglicismos. Sin embargo, la palabreja parece que ya está atribulando mucho en nuestros tribunales, y esa es buena señal para la democracia.
Los jueces están nerviosos y con razón, pues ya salen más en los papeles que los putones y putonas catódicos de Tele 5, que cada tarde venden sexualidad nociva e indignidad por un triste plato de diamantes.
Ya no son dioses anónimos, los jueces. Cada vez menos gente los observa como arcanos pontífices de la cieguita de la balanza. Ahora suena su sacerdocio tan a cerdo que se nos confunden las etimologías, y las sentencias y sumarios nos huelen a cuadra, a pienso rancio, a piel de patata podrida entre excrementos, a puerco que se zampa a un bebé en una novela de Cela.
Pero no nos pongamos tremendistas, cual el citado autor padronés, pues sé que mi crudelísima jefa me paga por haceros reír con vuestras hilarantes desdichas y desesperanzas. Y los jueces son una de ellas. El caso es que nuestros otrora intocables magistrados se están quedando sin amigos ni genuflexos. Ni siquiera el Partido Popular, tan de orden, los respeta ya.
Feijóo inicia una guerra contra un Constitucional al que ya no controla el PP y lo enfrenta al SupremoPero, por mucho que se haga el loco, la acusación contra el TC ya está hecha, y los jueces son muy suyos y conscientes de que ahora........