septiembre 29, 2024septiembre 28, 2024 El agitador ultra Alvise Pérez, durante la rueda de prensa posterior al recuento de las elecciones europeas.- EFE
Antes del fallecimiento de la cultura libresca, en España nos jactábamos de ser los inventores del género picaresco, y el anónimo Lazarillo y El Buscón de Quevedo eran obras de lectura o estudio obligatorios en los institutos. El pícaro, un indigente con mañas para combatir el hambre a base de hurtos e ingeniosos engaños, era una especie que despertaba cariño, piedad e incluso admiración entre aristócratas y clases populares, sin distingos sociales, morales ni religiosos. Aunque este amor nunca iba más allá de la cubierta del libro: en los caminos y en las calles, el pícaro de carne y hueso era perseguido, encarcelado y ejecutado sin piedad. Que el placer literario no ensombrezca el goce que produce ver a un menesteroso colgado de un árbol por robar una gallina, visión que, también sin distingos, a todos nos hace sentir más afortunados que el balanceante, y nos reconcilia con nuestra amarga existencia.
No recuerdo si en sus memorias o en alguna entrevista Charles Chaplin cita o no a los pícaros españoles como inspiradores de su Vagabundo (The........© Público