Escucho a Marta Valdés, “quiero esta isla donde a veces el año dura tantos meses”, mientras el humo del puerto desconecta mi visión del horizonte; parece por momentos que mi ventana ya no da al mar. “Ningún amor es infinito”, dice, y pienso si acaso alguna gloria lo es; si merece la pena insistir.
Repaso las nuevas antorchas de las redes sociales, los juicios de tantas personas que se atropellan y construyen una realidad que es un poco la nuestra y no lo es. Allí algunos cubanos comentan sobre la última edición del Guzmán, ese concurso de música popular que se inauguró en 1978 con la propia Marta haciendo un canto para la eterna juventud.
Soy de los que cree, como ella, que “joven ha de ser quien lo quiera ser”, mientras exista la voluntad de soñar, de vivir inquietos, de sembrar amor en los otros y de entregarse a la sorpresa del sol.
El Concurso Adolfo Guzmán envejeció, y no han sido los años; ni la crisis de combustible, ni que vivamos en un país seco sin compositores ni intérpretes. Hace pocos días el Teatro del Museo........