Desde que a mediados de agosto de 2021 las autoridades aprobaron la normativa a favor del surgimiento de las micro, pequeñas y medianas empresas (MIPYMES), comenzó un camino de diversificación de actores económicos, en una economía que continua siendo mayoritariamente estatal y centralizada en Cuba.

Hasta el momento han sido aprobadas 5643 mipymes privadas, 68 estatales y 59 cooperativas no agropecuarias. El 52 % de estas nuevas entidades son reconversiones de negocios preexistentes y el 48 % corresponde a nuevos emprendimientos.

Un año después de aprobado el decreto ley que abrió la economía cubana a las Pymes, ¿qué balance haces sobre su impacto?

A mediados de los años noventa, cuando la Comisión de Asuntos Productivos de la Asamblea Nacional del Poder Popular le solicitó al Centro de Estudios de la Economía Cubana que iniciara un proyecto sobre este tema. Lo hicimos, incluso llegamos a realizar un evento con trabajadores por cuenta propia en Holguín. Creo que fue el primero y el único que pudimos hacer. Luego los aires cambiarían y lo que parecía en su momento estar cerca se alejó por más de veinte años. Ese aplazamiento tuvo y aún tiene costos.

Pero al final, Pymes habemus. Un año es aún poco tiempo para un fenómeno de corte económico y social tan complejo. Ellas apenas empiezan, pero hay un grupo de hechos que desde mi perspectiva merecen ser destacados.

Las Pymes han demostrado las enormes ganas de hacer del pueblo, su capacidad para inventarse y reinventarse y el incuestionable espíritu emprendedor del cubano, que durante décadas estuvo contenido /constreñido por regulaciones y prejuicios. La amplitud del objeto social es una de esas herramientas que les permite reinventarse y adecuarse a las condiciones cambiantes del mercado cubano.

Las nuevas Pymes también han demostrado la “capacidad de aprender haciendo” de los emprendedores y han permitido crear nuevos espacios y ofertas de bienes y servicios. En ese sentido han contribuido a aliviar esta larga coyuntura de una economía que padece de una elevada restricción de oferta.

Su capacidad para crear puestos de trabajo y con ello proveer de ingresos lícitos a más de 100.000 personas que hoy están ocupadas de forma directa en ellas, es otro de esos efectos o impactos.

Más difícil es determinar los ocupados indirectos, pero también existen. Así que hoy, varias decenas de miles de familias cubanas han accedido a mejoras en sus ingresos gracias a las Pymes. Ese impacto social no debe quedar fuera de cualquier balance que se haga.

Tampoco debe quedar fuera de ese balance el hecho de que ninguno de esos puestos de trabajo le ha costado un centavo al Estado cubano. ¿Cuánto le cuesta al Estado crear un puesto de trabajo, por ejemplo, en un hotel? Dividamos el valor total de la inversión entre la futura cantidad de trabajadores del hotel y por ahí tenemos una aproximación.

Subsisten prejuicios, regulaciones extemporáneas, y pesa también la falta de experiencia para manejar este nuevo actor económico.

Nuestras Pymes han nacido en el peor de los momentos, dentro de una “tormenta perfecta” que ha combinado una crisis continuada de la economía nacional, restricciones externas provenientes del gobierno norteamericano y una crisis internacional que ha afectado el comportamiento de los mercados internacionales y ha generado una inflación a escala global.

Luego de todo el proceso que costó años, al fin se puede decir que hoy las Pymes están mejor arropadas, tanto en lo académico como en lo institucional; gozan de más espacio y sobre todo tener una Pyme no solo se ha convertido en una posibilidad sino también en un derecho ciudadano.

Hay quienes sostienen que las Pymes tienen sus días contados y que cuando la situación de la economía cubana mejore enfrentarán cada vez más restricciones y regulaciones.

Sin dudas hay precedentes en este largo proceso de reformas, de marchas y contramarchas. Así que hay razones para la existencia de ese tipo de razonamientos. Lamentablemente esas contramarchas generaron incertidumbre y transmitieron esa sensación de inseguridad legal tan desfavorable para el ambiente de negocios.

Pero hay razones para pensar que esta vez no tiene que repetirse la historia, ni como tragedia ni como comedia. Apunto algunas de ellas que marcan diferencia entre el hoy y el ayer.

Hoy la propiedad privada está reconocida en la Constitución de la República, no es un decreto, no es una idea dicha en un discurso, es una institución amparada en la norma de todas las normas. También es cierto que la ley regula lo concerniente a ella y por lo tanto hay espacio para casi todo. También lo es que las normas las hacen los seres humanos y ellos mismos las pueden deshacer.

Después de treinta años de reformas y de más de sesenta de economía socialista la evidencia indica que no parece posible avanzar hacia ese socialismo próspero sin desarrollar un sector de pequeña y mediana empresa, privada en lo fundamental, que ocupe aquellos espacios que no son estratégicos, aunque como sector en su conjunto todas ellas también sean estratégicas para la dinámica de la economía.

Otro factor es la capacidad de las Pymes para reinventarse continuamente y el relativamente poco capital necesario para iniciar cualquier negocio en comparación con la lentitud y el alto costo de reconversión de las grandes empresas, sean estas públicas o privadas.

Súmese el efecto positivo demostrado sobre los territorios en los cuales las Pymes tienen una dinámica importante.

Por otra parte, las Pymes aportan al desarrollo local y a las estrategias de desarrollo de los territorios allí donde los gobiernos locales han entendido las ventajas de tener y fomentarlas.

También en el orden ideo-político la percepción es otra, al menos en la letra de los documentos. Fíjate que en la Conceptualización del modelo, la aprobada en el VIII Congreso del PCC dice: “En el Modelo Económico y Social actualizado, el sistema de entidades de carácter empresarial está compuesto por todas las formas de propiedad estipuladas por la ley: de propiedad socialista de todo el pueblo, cooperativas, empresas mixtas, privadas, así como de organizaciones políticas, de masas, sociales y de instituciones y formas asociativas”.

Pero es cierto que el sabor de la incertidumbre aún queda, porque la confianza es el edificio que más se tarda en construir, pero el que más fácilmente se destruye; para recobrar confianza se necesita tiempo y algo más.

Sin embargo, entre los emprendedores se ha escuchado cierta insatisfacción con la demora para la constitución y para poder comenzar a operar.

Tengo que decir que la plataforma digital para la inscripción que el Ministerio de Economía y Planificación (MEP) puso a funcionar es de los procesos más transparentes que se han instrumentado en Cuba en relación con la economía.

Si para la aprobación de la inversión extranjera se pudiera hacer algo similar –al menos para aquellas que no son estratégicas– avanzaríamos mucho más en ese otro propósito.

Pero es verdad que puede tomar mucho tiempo, incluso después de ser aprobada la propuesta por el MEP (no conozco que se haya rechazado ninguna).

En mi opinión todavía se necesita mayor coordinación entre las otras organizaciones involucradas en el proceso. Todavía hay falta de competencias en algunos funcionarios de esas oficinas. Hay trabajo que hacer aún, pero cada cual debe asumir lo que le toca.

También hay quienes han propuesto que este proceso pase a los gobiernos locales. Sin embargo, no creo que los gobiernos locales estén en condiciones: carecen de plataforma digital, de funcionarios con las competencias requeridas y porque, además, suelen estar abrumados con otras muchas tareas.

Fíjate la diferencia entre la cantidad de Pymes y el número de proyectos de desarrollo local. La organización del proceso en el caso de la aprobación de Pymes tiene, al menos en parte, que ver con eso.

¿Pueden los gobiernos locales sacar más provecho de las Pymes?

Las Pymes son casi por definición locales, desarrollan sus actividades en una localidad, tributan a esa localidad y generan empleo en y para esa localidad. Dependerá mucho de los gobiernos locales aprovecharlas más, primero incorporándolas en sus estrategias de desarrollo e incentivándolas a que se incorporen, promocionando e incentivando el surgimiento de nuevas Pymes allí donde aparecen necesidades que desde el gobierno central no pueden ser cubiertas; fomentando una relación de cooperación y facilitación de los procesos; promoviendo las mejores experiencias, generando proyectos y licitándolos públicamente entre emprendedores locales y no locales.

Es cierto que uno de los recursos o instrumentos que tendrían los gobiernos locales para generar incentivos es el sistema impositivo, pero lamentablemente no tienen la posibilidad de hacerlo dado que esos impuestos van todos al nivel central excepto el 1% para el desarrollo local.

Hay que cambiar esa mentalidad de pensar que las Pymes son un problema por esta otra en que ellas son parte de la solución.

Como casi todo lo que tiene que ver con los seres humanos, no es sencillo, pero es posible lograrlo.

¿Y la empresa estatal? ¿Acaso las Pymes no le hacen la competencia?

Qué bueno que sea así. En realidad todavía hoy, salvo alguna rara excepción, las Pymes no le hacen mucha competencia a la empresa estatal. En todo caso si la hacen no es porque ya las Pymes sean tremendamente productivas y eficientes, sino que en muchos casos es por los déficits que la empresa estatal ha tenido que arrastrar entre regulaciones e imposiciones.

Llevamos veinte mil leguas de viaje hacia la autonomía de la empresa estatal y aún no hemos llegado a ella. Y todavía hoy queremos cargar al empresario estatal con las culpas del mal desempeño de ese actor económico.

En mi opinión, las Pymes son una gran oportunidad para las empresas estatales en el sentido de poder tercerizar actividades de sus propios procesos productivos para poder concentrarse en su actividad fundamental.

Para las Pymes, por su parte, las empresas estatales son también una gran oportunidad, por múltiples razones que van desde poder disponer de locales y equipos ya existentes y que la empresa estatal tenía en desuso, hasta para aprovechar la experticia de la empresa en la expansión de sus propios negocios. Son clientes mutuos.

Dependerá mucho de los empresarios estatales y de los de las Pymes poder potenciar esa cooperación. Ya hoy existen experiencias que mostrar. Pero no por ello dejarán de competir. Siempre he sostenido que la competencia es muy necesaria en países como Cuba. Cooperar y competir a la vez parece raro pero es útil y funciona.

Claro, esa relación entre la empresa estatal y las Pymes dependerá también de la actitud que la cadena de mando a la que la empresa estatal pertenece tenga sobre las Pymes. Ojalá que un día se entienda que los ministerios no son los Ministerios de la Empresa Estatal, sino los de todas las empresas, sean estatales o no. Porque el país es de todos y hacerlo avanzar es un deber de todos.

¿Entonces, usted es optimista?

A pesar de los pesares esta reforma va marchando a pesar de prejuicios ideológicos y políticos que aún subsisten. Hay quienes todavía hoy las identifican como un mal necesario, por eso de ser la materialización de la propiedad privada en la economía nacional.

A veces me resulta paradójico que esas mismas personas voten con dos manos por la inversión extranjera, como si el empresario privado extranjero fuera menos privado o más patriota que el empresario privado cubano.

Pero sabes qué es lo bonito, que hoy ese pequeño empresario cubano, al que muchas veces se le redujo el valor, puede competir con el empresario extranjero y también puede colaborar.

Hoy pueden hacer mucho de lo que ellos, los empresarios extranjeros, hacen y que antes los cubanos empresarios no podían hacer. Y lo han sabido hacer, han aprendido haciéndolo. Tampoco el Estado se ha tenido que gastar un centavo en un curso de capacitación.

Faltan sin dudas muchos asuntos por solucionar, algunos muy concretos, como un sistema impositivo que para nada las favorece, incluyendo ese extemporáneo impuesto del 5% sobre la fuerza de trabajo, una figura que se creó para inducir a las empresas estatales a no inflar sus plantillas y que la ha sido trasladado de forma mecánica a la Pymes. Es incoherente que un país que necesita crear empleo castigue a los que lo crean haciéndoles pagar un 5% sobre su nómina.

Reorganizar los tramos impositivos, es también una necesidad innegable, de las misma forma que en algún momento –ojalá no muy tarde– debería pensarse en reducir ese impuesto del 35% sobre el ingreso imponible que también le fue trasladado desde la empresa estatal sobre a base de una errónea interpretación de la frase “condiciones similares” que en sí misma encierra una enorme desigualdad, porque es tratar de igual forma lo que es totalmente diferente.

Aún no existen verdaderas instituciones de microcrédito en el país y todos los días se demuestra la necesidad de ellas para estas pequeñas empresas y queda mucho por hacer en términos de crédito y seguros para las Pymes.

Hay otros muchos espacios que las Pymes pueden ocupar pero que están incluidos dentro de la lista negativa. No hablo ni de la educación ni de la salud, sino de otros asociados a otras actividades profesionales, desde consultorías de diverso tipo a las agencias turísticas. Hoy esas oportunidades se están perdiendo.

Todavía estamos esperando el procedimiento para que las Pymes cubanas puedan firmar negocios con inversionistas extranjeros. Por cierto, ello no es una dádiva ni un favor que se les hace: son personas jurídicas, es su derecho, en tanto que la Ley 118 es clara y rotunda en ese tema. ¿Alguien puede estimar cuántas intenciones de inversión se han perdido en este año por esa demora? ¿Alguien pagará por ello?

Es un proceso, no es únicamente económico, es también político e ideológico. Pero si queremos avanzar en el sentido de la visión de la nación –soberana, independiente, socialista, democrática, próspera y sostenible– no pensemos que lo haremos solamente con las empresas estatales, ya hoy sabemos que no es posible. Ahí están los hechos y los datos y no sólo los de estos últimos tres años.

Hay que unir, hay que sumar, hay que buscar el mínimo común múltiplo. Hay que ir con todos, las Pymes son parte de ese todo.

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Balances tras un año de Pymes en Cuba

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17.11.2022

Desde que a mediados de agosto de 2021 las autoridades aprobaron la normativa a favor del surgimiento de las micro, pequeñas y medianas empresas (MIPYMES), comenzó un camino de diversificación de actores económicos, en una economía que continua siendo mayoritariamente estatal y centralizada en Cuba.

Hasta el momento han sido aprobadas 5643 mipymes privadas, 68 estatales y 59 cooperativas no agropecuarias. El 52 % de estas nuevas entidades son reconversiones de negocios preexistentes y el 48 % corresponde a nuevos emprendimientos.

Un año después de aprobado el decreto ley que abrió la economía cubana a las Pymes, ¿qué balance haces sobre su impacto?

A mediados de los años noventa, cuando la Comisión de Asuntos Productivos de la Asamblea Nacional del Poder Popular le solicitó al Centro de Estudios de la Economía Cubana que iniciara un proyecto sobre este tema. Lo hicimos, incluso llegamos a realizar un evento con trabajadores por cuenta propia en Holguín. Creo que fue el primero y el único que pudimos hacer. Luego los aires cambiarían y lo que parecía en su momento estar cerca se alejó por más de veinte años. Ese aplazamiento tuvo y aún tiene costos.

Pero al final, Pymes habemus. Un año es aún poco tiempo para un fenómeno de corte económico y social tan complejo. Ellas apenas empiezan, pero hay un grupo de hechos que desde mi perspectiva merecen ser destacados.

Las Pymes han demostrado las enormes ganas de hacer del pueblo, su capacidad para inventarse y reinventarse y el incuestionable espíritu emprendedor del cubano, que durante décadas estuvo contenido /constreñido por regulaciones y prejuicios. La amplitud del objeto social es una de esas herramientas que les permite reinventarse y adecuarse a las condiciones cambiantes del mercado cubano.

Las nuevas Pymes también han demostrado la “capacidad de aprender haciendo” de los emprendedores y han permitido crear nuevos espacios y ofertas de bienes y servicios. En ese sentido han contribuido a aliviar esta larga coyuntura de una economía que padece de una elevada restricción de oferta.

Su capacidad para crear puestos de trabajo y con ello proveer de ingresos lícitos a más de 100.000 personas que hoy están ocupadas de forma directa en ellas, es otro de esos efectos o impactos.

Más difícil es determinar los ocupados indirectos, pero también existen. Así que hoy, varias decenas de miles de familias cubanas han accedido a mejoras en sus ingresos gracias a las Pymes. Ese impacto social no debe quedar fuera de cualquier balance que se haga.

Tampoco debe quedar fuera de ese balance el hecho de que ninguno de esos puestos de trabajo le ha costado un centavo al Estado cubano. ¿Cuánto le cuesta al Estado crear un puesto de trabajo, por ejemplo, en un hotel? Dividamos el valor total de la inversión entre la futura cantidad de trabajadores del hotel y por ahí tenemos una aproximación.

Subsisten prejuicios, regulaciones extemporáneas, y pesa también la falta de experiencia para manejar este nuevo actor económico.

Nuestras Pymes han nacido en el peor de los momentos, dentro de una “tormenta perfecta” que ha combinado una crisis continuada de la economía nacional, restricciones externas provenientes del gobierno norteamericano y una crisis internacional que ha afectado el comportamiento de los mercados internacionales y ha generado una inflación a escala global.

Luego de todo el proceso que costó años, al fin se puede decir que hoy las Pymes están mejor arropadas, tanto en lo académico como en lo institucional; gozan de más espacio y sobre todo tener una Pyme no solo se ha convertido........

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