Los americanos y nosotros: ¿vías paralelas?

En mis días juveniles yo no era especialmente rocanrolero. Sin embargo, recuerdo vívidamente que mis amigos y yo “entonábamos” el “Rock de la Cárcel” o “Tutti Frutti”; el “Rock Around the Clock” o “See you later, Alligator”; “Put your head on my shoulder” o “Diana”. Digo “entonábamos”, porque ninguno tenía la menor idea de lo que decían Elvis, Bill Haley y sus Cometas, o Paul Anka. Así que sencillamente inventábamos una letra que sonaba como las palabras en inglés.

Enseguida vendrían en nuestra ayuda, por cierto, las versiones en español de Enrique Guzmán, Manolo Muñoz, Luis Bravo, Palito Ortega o Los Hooligans. De manera que “Pink Shoe Laces” se convertiría en “Agujetas de color de rosa”. Las letras de las versiones a veces no tenían nada que ver con las originales. Pero al menos nos podíamos desgañitar cantando en mexicano “el Gordo dijo al Gato esta es mi oportunidad, no hay quien me vea y me puedo pelar”, sin saber a ciencia cierta qué decíamos.

Recuerdo como si fuera hoy a Raúl Gómez y los Astros, o a Dany Puga, los rockeros de moda en 1962, dando un concierto en el cine Belisa, de La Lisa. Como dije, yo no era especialmente rocanrolero, así que me perdí a Los Kents o Los Jets, que vendrían a amenizar los 60 tardíos. Como se sabe, estas bandas no aparecían, por supuesto, en el radio y la televisión, así como tampoco se ponía a Los Beatles, Little Richard, Jerry Lee Lewis, Johny Cash, The Mamas and the Papas, Los Rolling Stones. Aunque sí en las fiestas con la gente del pre los sábados por la noche, donde bailábamos twist escuchándolos a todos ellos hasta la madrugada.

No recuerdo que el CDR o la PNR viniera a interrogarnos sobre nuestros gustos musicales. Sí recuerdo que entre los bailadores estaba el secretario del Comité de Base de la UJC, y que las fiestas con esa música prohibida eran en la casa del presidente de la UES (Unión de Estudiantes Secundarios) del pre.

A quienes sí ponían en el radio y la TV eran los Mustangs, los Bravos, Juan y Junior, Los Brincos, y toda una pléyade de epígonos españoles, argentinos, mexicanos, que se oían en programas con altísima audiencia, como Nocturno (1966).

Confieso que a mí el rock en español, cuyos hits le canté a mi hija cuando era chiquita, y que aún ella y yo podemos compartir en circunstancias familiares propicias, no me sonaba igual.

En cuanto a la presencia de la música de EE. UU. en la banda sonora de los años 60, sabemos que el filin es más bien un estilo derivado de los grandes intérpretes del jazz estadounidense; y que Los Zafiros y los Meme, esos grupos legendarios de entonces, llevaban a flor de piel el código genético de los cuartetos norteamericanos de moda; lo mismo que el Cuarteto del Rey, que cantaba spirituals y canciones country como “Sixteen Tons”, y donde se dio a conocer un muchacho que cantaba como los ángeles nombrado Pablo Milanés. Así como otro principiante de entonces, que por su voz, su estilo y la poética de sus letras recordaba a Bob Dylan, llamado Silvio Rodríguez.

Para ver en vivo a aquellos cuartetos, recomiendo un Noticiero Icaic (#247, 1ro de marzo, 1965), en el que los principales acontecimientos políticos nacionales e internacionales de la semana se entreveraban con “Sabes bien” y “Otro amanecer”, éxitos de Los Zafiros y los Meme respectivamente. Lo más memorable de ese Noticiero era que concluía nada menos que con el llamado “Rock Beethoven”, interpretado por Los Beatles de carne y hueso. Poniendo una de cal y otra de arena, el editor hacía un montaje paralelo entre los cuatro Beatles y una banda de monos que jugaban con instrumentos musicales. Años después, un amigo del PCC me comentaría que había ido diecisiete veces a los cines de estreno aquella semana, solo para ver, escuchar y remenearse en su asiento con el espectáculo de Los Beatles en vivo con que cerraba el Noticiero. Él no recordaba, por cierto, las imágenes de los monos, solo la oportunidad dorada de ver a sus ídolos acompañados por sus fans, despetroncándose con “roll over Beethoven / and tell Tchaikovsky the news”.

Muchos años después, descubrí que “Tutti Frutti” no era de Elvis, sino de Little Richard; y que la letra original en inglés (“a-wop-bop-a-loon-bop-a-boom-bam-boom”) era tan desquiciada como la que nosotros le inventábamos en nuestro espanglish (“a-uam-ba-buluba-balam-bambú”), pues lo que importaba era el sonido. Y que aquel rock de los monos, titulado realmente “Roll Over Beethoven”, no era de Los Beatles, sino de Chuck Berry. Para mí, ese Chuck Berry fue un descubrimiento tardío.

Me figuro que era archiconocido, sin embargo, por los jazzistas cubanos, que siempre han estado, digamos, arriba de la bola con la música norteamericana. Gracias a su peculiar guitarra eléctrica y a la imaginación literaria de sus letras,........

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