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El 20 de mayo: la larga subida hacia una república

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22.05.2025

Cuando los habaneros sintieron la explosión que sacudió la capital en la noche del 15 de febrero de 1898, pensaron que había estallado un polvorín, que el tanque de gas natural de la ciudad había explotado o que habían puesto una bomba.

Luego supieron que el acorazado U.S.S. Maine, anclado en la bahía desde hacía tres semanas, había volado en pedazos y arrastrado a 191 marinos al fondo. Aunque aquella no sería su causa última, la explosión del Maine facilitó que los Estados Unidos intervinieran en la guerra de independencia de Cuba.

Durante los cuatro años que mediaron entre aquel acontecimiento y el 20 de mayo de 1902, día en que se proclamaría la República, el tiempo histórico se aceleraría como nunca antes.

Al cabo de “una guerrita espléndida” (Teddy Roosevelt dixit), de dos meses y seis días, los españoles se rindieron al mando del general Shafter en vez de a Calixto García, cuyos mambises habían decidido la batalla terrestre de Santiago; las tropas de EE. UU. armaron sus tiendas de campaña en la Plaza de Armas y usaron el Castillo de la Real Fuerza como barracas, al tiempo que construían una base permanente, el Campamento de Columbia, en un tramo de las tierras altas de Marianao; y el comandante de las tropas de caballería llamadas rough riders, un médico militar condecorado por sus acciones en la guerra contra los apaches, fue designado gobernador de Cuba en lugar del Capitán General español.

La nueva Cuba iba a estar atada a los Estados Unidos por “vínculos de singular intimidad”, declaraba de manera ominosa el presidente McKinley en su discurso sobre el estado de la Unión a fines de 1899, pero “cómo y cuánto, lo ha de determinar el futuro, según el grado de madurez de los sucesos”. Nadie en la isla podía predecir cuánto duraría esa presencia militar, o en qué términos iba a concluir.

Según “el grado de madurez de los sucesos”, la ocupación duraría tres años y medio, dejando atrás una república anómala: una nación supuestamente independiente en cuyos asuntos los Estados Unidos tenían el derecho constitucional de intervenir.

Del lado de los cubanos, la guerra de independencia se había librado por “Cuba libre”, una república, según Martí, “con todos y por el bien de todos”. Si en 1868 la habían iniciado propietarios de tierras e incluso de esclavos, en 1895 había sido declarada y combatida por un ejército y una organización política creados de abajo a arriba en vez de arriba abajo, al decir de Máximo Gómez.

El cuerpo de oficiales del Ejército Libertador no incluía solo a dueños de plantaciones (muchos ya arruinados por la guerra misma), sino a profesionales, pequeños agricultores y obreros. Aproximadamente 40 % de ellos no eran “blancos”, y la proporción aumentaba a 60% entre las tropas. Según reportaría el Tte. Col. R. F. Bullard, veterano de la ocupación, en un artículo sobre las diferencias que él advertía entre Cuba y EEUU, publicado en la primera década del siglo XX: “Para el norteamericano en nuestra patria, ver al negro como igual, desde los puntos de vista social, político o incluso industrial, es una afrenta, una ofensa y nada menos que eso; en Cuba, no lo es”.

Las expectativas de la mayoría de los que habían luchado por la independencia incluían no sólo la igualdad racial, sino también la reforma agraria, el cese de las diferencias extremas de riqueza y........

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