Cuba y sus circunstancias

El Diccionario de la Lengua Española lo define así: accidente de tiempo, lugar, modo que está unido a la sustancia de algún hecho o dicho, también lo define como calidad o requisito, y ofrece una tercera acepción, “conjunto de lo que está en torno a alguien” —o a algo, agregaría yo—. El mismo diccionario nos regala más de una decena de sinónimos; situación, contexto, coyuntura, etc.

También existe la famosa frase que afirma que los seres humanos se parecen más a sus circunstancias que a sus padres.

Cuando se explica estrategia, en los cursos de empresa, siempre se dice que las amenazas y las oportunidades hay que buscarlas en el contexto, en las circunstancias que rodean a las empresas y que constituyen externalidades, las cuales, casi por definición, están fuera del control de la empresa, la persona o el país de que se trate.

Como externalidades, son de muy difícil manejo. No obstante, siempre se insiste en la necesidad / posibilidad de elaborar estrategias que permitan convertir esas amenazas en oportunidades y las oportunidades en “buenos negocios”. Repetir el estribillo es, claro está, lo más fácil. Convertirlo en realidad es otro asunto.

En el caso cubano, por razones históricas que imagino todos conocemos, en un porcentaje muy elevado asociadas a la “predilección” de los Gobiernos norteamericanos por Cuba —su verdadero síndrome de La Habana—, hemos desarrollado una capacidad especial para convertir oportunidades en amenazas y, como consecuencia, perder buenos negocios.

Ha tenido que ver, además, con las circunstancias, el entorno, el contexto; aunque no todo haya sido y sea culpa ajena.

Mi amigo Goyo, si pudiera, me diría que somos buenos convirtiendo fortalezas en debilidades. Por........

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