Comenzó el curso escolar
y yo, mayor y poeta,
recuerdo la pañoleta
que ya no tengo que usar.
Hoy comencé a nostalgiar.
Uniforme. Libros. Gomas.
Pizarra. Puntos y comas.
Libretas. Forros. Maestros.
Y pupitres para diestros.
Mano zurda: estudia idiomas.
Comenzó el curso escolar
y me acuerdo de mi infancia:
Alexis en la distancia
empezando a improvisar.
Alexis en preescolar.
Alexis en primer grado.
Alexis seminternado.
Alexis en secundaria.
(Qué etapa tan necesaria).
Y luego el Pre. Yo, becado.
Comenzó el curso escolar
y los recuerdos me asaltan
por los libros que me faltan
y las ganas de estudiar.
Qué nostalgia singular.
Qué envidia sana. Delante
fotos de mi itinerante
infancia. En versos intento
un nostálgico recuento
de mi vida de estudiante.
Empecé en Nueva Gerona.
Oh, Hilda, maestra Hildita.
Mujer de piel carmelita
y voz de buena persona.
Crecí, neurona a neurona,
casi feliz, cuasi estoico,
tan precoz, tan paranoico
del verso. Qué feliz era
en mi escuela de madera
llamada Vietnam Heroico.
Qué gratos recuerdos tengo
de esa escuelita primaria.
Hilda y su sonrisa diaria.
Cotorras. Toronjas. Vengo
del sucu-sucu. Sostengo
la mano de Mongo Rives.
Martí buscando a Mendive.
La escuela siendo mi hogar.
Y yo, niño neojuglar
cantando en Radio Caribe.
Montañas de caolín
cercan el río Las Casas.
Nubes de distintas razas
y el sol preñando al jardín.
Yo en tercer grado (por fin),
feliz con cada lección.
Matemática. Oración.
Nueva aula. Nueva vida.
Y adiós, Hildita querida.
Y, bienvenido Ramón.
Todo en la escuela era nuevo.
Aprendí a hablar en pasado.
Y sujeto, y predicado,
Y verbo… A decir me atrevo
que a aquellos días les debo
mi vocación tan temprana
por la lengua. Cotidiana
felicidad. Juego fijo.
Hasta que mi madre........